La Real Academia Española define el arte como “la habilidad o capacidad para hacer algo”, un concepto bastante abstracto que involucra todo lo realizado con destreza. Practicar sexo, labrar la tierra, o jugar a la petanca, pueden ser arte si se desarrollan con ingenio y capacidad.
El arte coloquialmente se asocia a la pintura, la escultura, la arquitectura, las artes escénicas –como teatro o danza-, o la literatura, pero con esta definición aportada por la RAE, podemos incluir infinidad de escenarios más en el término arte. En concreto, si pensamos en el deporte, nunca lo visualizamos como arte, pero cuando uno piensa en Javier Fernández, Michael Jordan, o Zinedine Zidane las sensaciones que provocan son similares a las que uno experimenta cuando contempla una obra de Dalí, o una escultura de Miguel Ángel.


En este sentido, nos aventuramos a incluir un elemento más en la definición de “arte”, ya que no solo depende de la habilidad o la capacidad para realizar algo, sino que también necesita de provocar una emoción en quien lo aprecie. Cuando pones la colada, por muy bien que lo hagas, no te conmueve ni te excita.
La gastronomía, la oratoria, la jardinería, o el propio deporte, como ya hemos dicho, son disciplinas artísticas olvidadas, subestimadas. Miremos más allá de una pintura de Picasso, del Concierto de Año Nuevo de Viena, del Panteón de Agripa o del talento de Francis Ford Coppola, pues siendo también arte, éste puede estar en cualquier parte, en cualquier detalle.

El arte no es tan sólo pelarte de frío, el arte es generar sentimientos, conmover, estremecer, enternecer, entristecer, emocionar. En definitiva, el arte es despertar vibraciones y alterar el alma.