Germán Bernad nos abre las puertas de su universo, Kaotiko. Una firma que destaca por fabricar todas sus prendas en España con criterios de proximidad y filosofía de kilómetro 0. ¿Te atreves a conocer más sobre la marca que arrasa en nuestro país (y fuera de el)?
Hablar de Kaotiko es referirse al ‘made in Barcelona’, un concepto que se encuentra presente en su marca desde sus inicios. Sus valores como marca apuestan por una producción textil local, alejándose del fast fashion, con creaciones diseñadas y producidas en Barcelona y alrededores, dando ese carácter más exclusivo a cada prenda.
La marca española pretende centrarse en la calidad y la sostenibilidad, puesto que buscan aumentar la cantidad de tejidos y materiales procedentes de fuentes más sostenibles para reducir el impacto ambiental. Kaotiko persigue el sueño de una industria de la moda menos contaminante con diseños que serán tus básicos atemporales y podrás lucirlos con casi cualquier prenda de tu armario.
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Germán Bernad es el director general de Kaotiko. Tiene casi 20 años de experiencia en la industria de la moda donde ha trabajado para marcas internacionales como Hummel y Puma Internacional. Pertenece a una familia española con una larga trayectoria empresarial. Está comprometido con una producción local. Un modelo de negocio donde se encuentran materiales y tejidos de calidad y proximidad tan importante como los diseños. Conocer la visión y misión de Germán a través de esta entrevista es todo un lujo, ¿preparados para descubrir el universo de esta marca barcelonesa?
¿Cómo consigues llegar al mando general de Kaotiko?
Mi familia es la propietaria actual del 90%, se fundó en el año 1999. Mantiene una trayectoria brutal en Barcelona y es en 2015 cuando nos hacemos con un gran parte de las acciones. Mi hermano era director comercial en Diesel y yo trabajaba en Puma. Por lo que deciden contratarme y en parte me lanzó a esta aventura sin precedentes de la que actualmente vivo. Nuestra tarea principal se ha basado en mantener a los proveedores de toda la vida y en Mataró, siempre de generación en generación. Aunque también he de destacar a Granada e Igualada por sus diferentes suministros en otros tejidos como la la pana, el vaquero o el punto.
¿Qué filosofía busca representar con cada prenda?
Más que filosofía, diría que nuestras prendas deben respirar lo que representamos nosotros, algo muy athleisure. Solemos inspirarnos mucho de la calle y el street style real. Lo bonito de Kaotiko es que la sudadera que puedes llevar no viene de una fábrica, sino que la ha podido confeccionar un familiar tuyo.
También destaco que ahora me encuentro formando a los chicos de Madrid y siempre les pregunto por qué quieren trabajar aquí. Las respuestas son muy positivas, saben que aquí no despechamos, somos una empresa familiar y con un ambiente muy relajado. Por este motivo, el concepto de inspirarnos en la calle y manteniendo esa atmosfera hace posible que tengamos una producción tan potente.
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¿Cuáles son tus fuentes de inspiración a la hora crear?
Como CEO, suelo enviar propuestas e ideas, me gusta proporcionar inspiración. Si eres creativo y vas más libre, sacas mucho más de ti. Nos reunimos todos los jueves para poder hablar sobre todo lo que generamos: la libertad debe primar. Tenemos un grupo de WhatsApp donde nos mandamos todo (el nombre prefiero mantenerlo en secreto, por ahora) para poder seguir originando cada día. Al final, queremos representar la calle: festivales, bares, fiestas… ese tándem perfecto que tanto gusta a día de hoy.
¿Consideras que la industria de la moda avanza hacia el futuro sostenible realmente?
Sí, va avanzando, pero no al ritmo que realmente nos gustaría. Soy partidario de comprar menos y mejor. La moda es un arte, no es comprar por comprar. Cuando hay una sobreproducción de prendas, la industria textil se prostituye y deja de tener el valor que debe de tener. Todos los equipos de una marca hacen ARTE, deberíamos de cuidarlos mucho más. Asimismo, nos hemos dado cuenta de que los jóvenes tras la pandemia prefieren hacerse con una prenda de calidad a comprar cinco que no lo sean tanto. Eso es un punto a nuestro favor.
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¿Qué prenda consideras que ha sido la más icónica y el sello de identidad de Kaotiko?
En 7 años, hemos tenido prendas muy brutales, enfatizar sobre todo la sudadera con print de la mano de Fátima, vendimos muchísimas, fue considerada todo un éxito. En 2018, hicimos una colección inspirada en California, tuvimos lista de espera. Las navidades de ese año las recuerdo perfectas, ya que al modelo y actor Jon Kortajarena, decidió llevarla y convertirla en el best-seller navideño.
De este año 2022, los prints más vendidos han sido los inspirados en Japón y el ramen, han llamado la atención y han gustado muchísimo.
¿Cómo se realiza el proceso sostenible de cada diseño?
La sostenibilidad la defino con las siguientes premisas: la fabricación local, cuidar a los artesanos de toda la vida y por supuesto generar empleo en localidades. Eso hace que realmente el proceso sea sostenible, dejando atrás aviones, contenedores… Además, aprovechamos al máximo el tejido, no desaprovechar y no tener exceso en stock. Lo más bonito de la sostenibilidad son los viajes a Mataró, empiezan a trabajar a las seis de la mañana, con sus cigarrillos antes de empezar… como de toda la vida. Sé lo que es el trabajo duro porque lo he vivido en mi familia.
Incluso, os adelantaría que buscamos ampliar la colección: abrigos, calzado, prendas de exterior… pero eso deberíamos hacerlo fuera, pero la gran mayoría lo hacemos en Barcelona. Si un lunes queremos esto, en dos semanas lo tenemos en tienda, eso es lo guay que tiene Kaotiko.
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¿Dónde ves a Kaotiko en 5 años? ¿Qué siguientes pasos te gustaría aplicar a tu marca?
Me gustaría ver a Kaotiko internacionalizada, aún más. Ahora mismo, funcionamos muy bien en Alemania y Francia, tenemos potencial para ser una marca potente en Estados Unidos. No queremos perder nuestra nacionalidad, queremos mimar lo nuestro hasta el final.
Funcionamos muy bien con el turismo francés. Tengo una anécdota muy divertida con varias estudiantes de Toulouse que estaban de Erasmus, que compraron entre dos y tres prendas cada uno. Y lo divertido es que nos comentaban que en su país algo fabricado con el sello ‘made in Spain’ funciona muy bien y gusta muchísimo. Incluso se sorprendían que los diseños fueran tan baratos y estuvieran hechos en Barcelona. Supongo que esto es lo bonito de nuestro trabajo aquí.
