Si me hubiesen dicho hace ocho años que ‘Ataque a los titanes’ (Shingeki no Kyojin) se convertiría en la serie más popular en Estados Unidos por delante de ‘Juego de Tronos’, ‘The Walking Dead’, ‘Wandavision’ y ‘The Mandalorian’, seguramente me costaría creerlo. A estas alturas, sin embargo, resulta sencillo entender el increíble calado que ha tenido el anime basado en la obra original de Hajime Isayama (mangaka y supervisor principal del guion de su adaptación animada). Al fin y al cabo, estamos hablando de la serie que tiene el episodio mejor valorado de la historia de IMDb (por encima del celebérrimo ‘Ozymandias’ de ‘Breaking Bad’) y que todos los domingos se convierte en trending topic mundial y nacional, levantando reacciones de las cuentas más inesperadas. Su trascendencia resulta, a estas alturas, algo inevitable.
El ecosistema audiovisual ha sufrido una vertiginosa transformación en la última década. En general, el ritmo de cambios en el panorama del entretenimiento tiene una constancia que ha ido creciendo de forma exponencial gracias a la eclosión de la era digital. Antes, el anime existía como un formato-refugio para la infancia y adolescencia y un nicho con un público muy concreto y localizado. Con el advenimiento de la era del streaming y la proliferación de plataformas, la popularidad de las series y películas de animación se ha disparado. Ahora hay más accesibilidad para estos contenidos y se puede difundir obras cuando antes resultaba imposible darlas a conocer (al menos de forma legal).
Con todo lo anterior, es innegable que algo había cambiado desde antes. Concretamente desde 2013, con la primera temporada de ‘Ataque a los titanes’.
Por aquel entonces, ‘Breaking Bad’ finalizaba y entraba en el Olimpo seriéfilo. ‘Juego de Tronos’ era la serie más influyente del mundo (cuando un guion de mala calidad era solo una mala pesadilla, qué tiempos). ‘The Walking Dead’ era la punta de lanza del renacimiento del género zombi. Y ‘Ataque a los titanes’ recogió el testigo de varias de estas tendencias del ocio audiovisual para revolucionarlo. ¿Historia ambientada en una era pseudomedieval? Check. ¿Drama lleno de giros, muertes inesperadas, traiciones y crueldad? También. ¿Invasión de humanoides devorahumanos casi inmortales? Doble ración. Pero va más allá. Un extra de ciencia-ficción distópica con un poco de retrofuturismo steampunk, por favor. Agregamos un toque de fantasía, un puñado de relato bélico, otro de cuento existencial, espolvoreamos con una mezcla de mitología nórdica, sintoísta y judeocristiana y … Voilà, éxito al canto.
Pero claro, ¿cómo se construye semejante templo de referencias y géneros sin cocinar un potaje imposible de digerir? Para hallar una respuesta tentativa, podemos fijarnos en Platón y su alegoría de la caverna. Con uno de los mejores episodios piloto de la historia de la televisión, la tragedia del personaje principal, Eren Jaeger, empieza con los escasos elementos que este conoce del mundo: la humanidad ha sido casi exterminada, los supervivientes se encerraron tras unos muros de 50 metros de altura, la sociedad se ha quedado estancada en la época renacentista… Y Eren sueña con ser libre para explorar el mundo. Ambas ideas, la naturaleza del mundo y la búsqueda de la libertad, se dan la mano para propulsar el relato protagonista.
A partir de ahí, no hay una definición sencilla que determine el devenir de ‘Ataque a los titanes’. ¿Acción y guerra? En parte ¿Terror a zombis gigantes? Sí, pero no. ¿Drama? Muchísimo.
Con base en su traumático inicio, ‘Ataque a los titanes’ construye una historia que hunde sus raíces narratológicas en la idea platónica sobre el proceso del conocimiento y la persecución de la verdad. Tal y como en la metáfora del filósofo ateniense, en la serie hay un contraste marcado entre lo que se «percibe» del mundo aparente, la verdad oculta y las penurias que hay entre ambos extremos. En este sentido, lo que se presenta en la primera temporada es una realidad aterradora que resulta imposible de comprender. Conforme la serie avanza y se resuelven misterios, el terror inicial viene a ser relevado primero por el extrañamiento, luego la ira, a continuación la duda y, finalmente, la desesperación. La historia juega con este avance para ir alterando su narrativa y fusionando géneros, lo que a la postre resulta en una trama tan dinámica que se vuelve adictiva.
Pero la popularidad de la serie no se debe únicamente a la calidad (y crueldad) del guion de Hajime Isayama. El factor diferenciador que atrajo más de una mirada se debe, precisamente, a su formato animado. Han pasado cuarenta directores por ‘Ataque a los titanes’ desde sus inicios, siendo Tetsurō Araki (célebre por la legendaria ‘Death Note’) el principal impulsor de la serie hasta 2019. La maestría de estos narradores audiovisuales y su equipo de animadores imprime tal nivel de ritmo y energía que ha elevado el estándar de todas las producciones animadas hasta el día de hoy.
Incluso con el cambio de estudio de animación (de Wit Studio a MAPPA) y ritmos más ajustados de producción, se ha mantenido una calidad notable en la factura visual.
Por último, es imposible hablar de ‘Ataque a los titanes’ sin mencionar su (sorry not sorry) titánica banda sonora. La soberbia música de Hiroyuki Sawano es mucho más que unas bellas composiciones que acompañan la serie: es una verdadera catedral mitológica. Unas partituras que conforman un hermoso corpus, épico y desgarrador a partes iguales, que fundamenta su abrumador peso en las colosales dimensiones de la historia de Isayama. Y, si bien se concatena con el trabajo de Kohta Yamamoto en la temporada final, Sawano es quien ha creado algunos de los leitmotivs más importantes de la historia de la animación japonesa, como la sublime ‘Vogel im Käfig’.
Por si esto fuera poco, no podemos obviar las ya icónicas canciones de inicio de las distintas temporadas, entre las que destacan los temazos de Linked Horizon.
El manga de ‘Ataque a los titanes’ llegará a su fin en su capítulo 139, que será publicado en abril. Mientras tanto, el anime ha sido licenciado en España por SelectaVisión y se emite en Netflix y Amazon Prime. La temporada final estrena un episodio nuevo todos los domingos a las 20:00 en su Simulcast oficial y sus 16 episodios finalizarán el 28 de marzo. Pero la historia del manga de Hajime Isayama aún no ha sido completamente adaptada. ¿Confirmarán una segunda mitad, tal y como pasó con la temporada 3? ¿O irán más allá y estarán preparando una película? Sea como sea, la evolución de la serie promete seguir rompiendo récords de popularidad y de audiencia, confirmándose como uno de los fenómenos de cultura pop más importantes de nuestro tiempo.