Las películas de animación tienen un poder muy especial. Debido a su formato, son capaces de confeccionar mundos maravillosos, escenas imposibles de recrear en acción real e historias que conectan con públicos de todas las edades. El cine animado en sus múltiples vertientes tiene un potencial artístico inigualable, a la par que capacidad para formar a su público a nivel artístico y personal. El paso de la niñez a la madurez establece, por tanto, un nexo común en las películas de animación que vemos a lo largo de nuestras vidas.

Y es precisamente este el factor clave para que Cómo entrenar a tu dragón 3 se convierta en el remate ideal de la saga.

La primera película trató el abandono de la niñez de sus protagonistas, Hipo y Desdentao, en una historia de aceptación personal y autoestima. La segunda parte cuestionó los cimientos y convenciones de la vida de Hipo y Desdentao, teniendo que salir de una zona de confort que les costó mucho alcanzar y dando el primer paso en su madurez definitiva. El tema central de crecimiento se sublima en una tercera película centrada en la última lección: dejar ir el pasado y aceptar que nada dura para siempre.

Cómo entrenar a tu dragón siempre fue más acerca de aprender a vivir la vida que sobre el adiestramiento de bestias legendarias.

El «dragón» del título de esta saga siempre fue una metáfora sobre el espíritu humano y de su extraordinario potencial de crecimiento. Antes de caer en el escepticismo solo hay que observar la relación humano-dragón en esta tríada de películas, y cómo se complementan y fortalecen para evolucionar y ser felices. La única (e importante) desventaja de esta historia es que la figura del villano humano resulta simple e intrascendente en comparación a la relación interna entre los personajes principales.

Pese a lo anterior, la lección final en Cómo entrenar a tu dragón 3 abrocha su premisa de la mejor forma posible. Finaliza una tríada de obras de animación única debido a una cuidada progresión narrativa, un apartado artístico original y detallista y un mensaje poderoso y esperanzador. Es una experiencia que habla directamente a todas las personas que han acompañado a los dragones de Dreamworks en un largo viaje del que ahora deben despedirse… Tras haber aprendido a volar por cuenta propia.

Conclusión: Un espectáculo de luz, color y emoción que suple fallas elementales de su guion con mucha seguridad y aplomo en su mensaje. 

Nota: 7/10