¿Por qué los “millennials” se sienten tan identificados con la música urbana? y… ¿por qué el barrio como escenario atrapa tanto?

 

POR: LAURA VAQUERO

La música urbana se ha convertido sin ningún tipo de dudas en la reina del baile y no hay quien la destrone. Es el fenómeno que está liderando puestos en todas las plataformas y que engloba diferentes géneros como el trap, el hip hop o el reguetón. Porque la música urbana en sí misma es mezcla. Mezcla de sonidos apropiados del R&B o de la música soul; de las diferentes culturas y etnias; de lo sofisticado de la alta gama y de lo más pobre y modesto de la urbe. 

Y se está comiendo una gran porción de la tarta consiguiendo una afinidad con la generación millennial superior al resto del panorama musical. Son muchos los nombres que suenan fuerte y muy diferentes entre ellos. Nathy Peluso, Dellafuente, Bad Gyal, Rosalía, C Tangana, Morad, Bad Bunny, J Balvin… 

 

Música urbana
Morad en concierto

 

Son tan distintos los artistas y sus propuestas que resulta hasta un sacrilegio ponerlos todos en el mismo saco. Sin embargo, tienen rasgos en común que hacen que su mensaje enfrasque la misma sintonía. Esa que permite a la generación perdida sentirnos comprendidos y representados en cierto modo. De ahí posiblemente el éxito. 

La tendencia musical que conecta con los millennials

Pero ¿qué hay detrás de esa simbiosis entre lo lujoso de vestir marcas como Gucci, Versace, Prada o Balenciaga y llevar al mismo tiempo encima esa esencia de rave vistiendo el chándal? 

La empatía y la identificación que siente la generación millennial hacia los artistas urbanos no es casualidad. Está reforzada por los propios problemas que viven y se reflejan en la música de estos artistas. Todo ello expuesto con exageración, como se suele hacer en cualquier manifestación artística buscando los extremos y los contrastes.

 

Música Urbana
Nathy Peluso

 

Esa actitud altiva y desafiante que presentan los artistas urbanos es la consecuencia de salir airoso de una crisis económica que ha azotado a esta generación y de la que ellos salen vencedores mostrando su éxito a través de fajos de dinero, de joyas y de coches. Es su manera de celebrar que no se han hundido con la resaca de la precariedad laboral. Y manteniendo siempre presente el flow. Pase lo que pase alrededor. 

 

El barrio como escenario 

Pero, aun mostrando esa parte de extravagancias y excesos, sigue latente el sello del origen, del barrio. Siguen mostrando el lado más de extrarradio. Cogiendo prestadas pinceladas de lo que en el mundo cinematográfico llamaríamos cine quinqui. Ese aroma a vida de barrio, delincuencia y juventud. La vida de calle, allí donde el paisaje son negocios humildes de origen extranjero. 

Bazares, ultramarinos y gasolineras sirven como escenografía en videoclips y en la estética de sus lanzamientos. Son un recurso esencial para entender la realidad de los protagonistas. Sus historias, sus vivencias y su inspiración la encuentran en las calles de ese barrio en el que hay poca abundancia económica y muchos sueños. 

 

Música urbana

 

Frecuentan zonas en las que se evidencia la segregación de inmigrantes y que se concentran en calles donde predominan comercios de su país de origen marcando su seña de identidad. El núcleo de familias de clase social baja que se han visto envueltas de lleno por las dificultades económicas. Pero que nunca pierden la esperanza porque el artista urbano canta sus logros degustando el sabor a victoria.