La superioridad moral inunda las redes a día de hoy. Los autoproclamados influencers del buen gusto cultural ejercen a modo de policías de la moral en las redes que pisan, acumulan retweets y likes de personas que como ellos, son lo que yo llamo clasistas culturales.

Seguro que tu también te has encontrado a uno de estos especímenes, que cerveza ecológica en mano, fardan a las afueras de un bar de no tener televisión en sus casas, de escuchar música de los setenta en vinilo o te miran con desprecio cuando admites ver Gran Hermano. Lo admito, alguna vez yo pequé de esto. Años atrás, allá por mi adolescencia me encantaba regodearme en mis gustos musicales o cinematográficos. Mientras compañeros de instituto pasaban sus horas viendo Mujeres Hombres y Viceversa yo me enorgullecía de devorar cine de autor sin saber que este pensamiento ególatra que me invadía era, en realidad, algo de lo que me arrepentiría años después.

La música o el cine son para gustos. Que una canción sea mainstream no hace que sea mala automáticamente, y esa peli rusa (infumable) de tres horas y media no es buena por enrrevesada que sea. Presumir de unos gustos culturales concretos es casi tan absurdo como presumir de que tu color preferido sea el rojo y no el azul, pero como suele pasar en todo, siempre consideramos que nuestra opinión es mejor que el resto.

Por suerte, un día en la universidad tuvimos una interesante clase hablando de la telebasura. Cuando el profesor preguntó qué considerábamos telebasura varios estudiantes de Comunicación Audiovisual respondieron Gran Hermano, Mujeres y Hombres, Supervivientes e incluso dijeron Telecinco como canal, entre risas.

Unas semanas después leí Sobre la televisión de Pierre Bourdieu y Genealogía del término Telebasura de Manuel Palacio, de las pocas lecturas de la carrera que he disfrutado y descubrí algunas cosas interesantes:

El afijo -basura sólo se aplica a la televisión.

La televisión siempre ha estado deslegitimada de ahí «couch potato» «TV trash» o «telebasura» en español. No existe el cinebasura, la músicabasura o el teatrobasura, y no es precisamente porque todos los productos de estas artes sean «buenos» sino porque, desde que surgió, la televisión estuvo enfocada a las clases populares, y claro, mientras la clase alta consumía música de cámara el populacho veía la televisión. Lo del rico, bueno. Lo del pobre, malo. La historia de siempre que se repite.

Según la RAE, Telebasura hace referencia a  “f. coloq. Conjunto de programas televisivos de muy baja calidad.» para lo cual habría que definir el concepto de calidad. Un concepto totalmente subjetivo en en este ámbito. Y si no, pensemos, al tachar Gran Hermano de telebasura estamos asumiendo que el programa es de baja calidad, por ende, todo lo que forma el reality es de mala calidad: realización, producción, grafismo… estamos juzgando el trabajo de muchas personas que desconocemos. Puede no gustarnos lo que vemos en pantalla, pero el trabajo de un cámara puede ser impecable así como el de los diferentes empleados que conformen el equipo técnico artístico de dicho programa.

¿Considerarías que el anime es telebasura?

Algunos diréis que sí, otros muchos rotundamente que no. Pues fue con Dragon Ball Z cuando empezó a utilizarse este término en España. Sí, a finales de los ochenta las aventuras de Goku o las Tortugas Ninja estaban consideradas televisión de poca calidad. Además, los resultados en el archivo web del diario El País del término telebasura fluctúan años tras año, en 2004 por ejemplo hubo  188 resultados y en 2005 tan sólo 53. ¿Significa esto que la televisión de 2005 era ‘mejor’ que la de 2004? No. Significa que era un tema de actualidad, al igual que años sucesivos fue incluso tema de debate en el Congreso de los Diputados.

Los telediarios o debates políticos son «la verdadera telebasura»

Pierre Bourdieu escribió en 1996 su obra «Sobre la Televisión», en ella analiza la televisión de aquel entonces en Francia. Entre otras cosas habla de los ‘falsos debates’ y de los telediarios. Todo lo que escribió hace más de 20 años es perfectamente aplicable a día de hoy.

Si prestamos atención a un telediario (el es canal indiferente, en serio, aunque creas que no) nos daremos cuenta que la mayor parte del tiempo del mismo se emplea trasmitiendo sucesos, otra gran parte para deportes y al final el espacio para las noticias «relevantes» no suele superar los diez minutos. Los sucesos gustan porque crean polémica. Para arrojar algo de luz sobre qué es un suceso y qué no he aquí algunos ejemplos: el hecho de que haya controversia con la asignatura de ciudadanía, las lenguas autonómicas de nuestro país o cuestiones como si una alumna ha sido expulsada de un colegio por llevar hijab.

La próxima vez que hagas un eye roll cuando te digan que les gusta algo que a ti no, piénsatelo dos veces porque no eres mejor, sólo tienes gustos distintos.