Líneas rectas y tonos tierra VS arcos y colores frívolos.
Ni tanto ni tan calvo. El aristotélico justo medio: fantasía, pero con cuentagotas.
POR: ANDREA ARITMENDI
Estas últimas semanas he estado pidiendo presupuestos para comenzar la reforma de un local en bruto. Empezaba mi capítulo personal de Érase una derrama.
Primer ppm (problema del primer mundo): buscar la palabra “azulejo” en la web de Leroy Merlin me dio exactamente 2750 resultados. ¿Cómo hago para elegir? Por favor, capitalismo desmedido, no me des tanta variedad que me agobio.
No pasa nada, filtro resultados. Fuera todos los que luzcan Perrachica. Salto el problema con pértiga. Sigo teniendo delante un lienzo en blanco con el que hacer lo que quiera (excepto todo lo que no entre dentro de mis reducidas posibilidades económicas).
Vamos al meollo: hay que poner un baño. Normalmente se busca que el escusado ocupe lo menos posible. Unas paredes rectas en una esquina y dentro un WC. Discreto, sencillo y, sobre todo, funcional. No gastemos metros cuadrados en eso. Pero he dicho, normalmente. Y como soy una dama acuariana, eso no va a ser así. Hay que hacer un poco la fantasía, porque si se puede hacer la fantasía, hay que hacerla.
Cierto es que un muro liso y recto va a ser seguramente lo más fácil y lo más barato para lo terrenal y lo práctico, ¿pero quién quiere eso? Qué aburrimiento. Hace años que está el mundo lleno de líneas rectas (maldito Gropius, van der Rohe, Le Corbusier y demás gente cargada con escuadras y cartabones), así que por qué no curvar mi pared tan solo un poco… Soy team Platón y creo que una curva va a nutrir visualmente mi alma mucho más que un ángulo de 90o, así que apuesto por el mundo de las ideas, apuesto por la fantasía.
Recordemos a Adolf Loos y su tediosa sentencia acusando al ornamento de delito. Qué manera de ir en contra del circo y del minishow. Adolf Loos, veo tu amargura y tu resecor y te envío un bote de Vaginesil para que te embadurnes. No digo que unas líneas rectas no puedan ser lo más, obviamente sí, pero reducen mucho las posibilidades de hacer la fantasía.
Que se hiciera arquitecto a ver si él lo hacía mejor fue lo que le contestó Sáenz de Oiza a uno de los primeros inquilinos de El Ruedo. El hombre se quejaba de lo poco útil y práctica que era su nueva casa por sus curvas (entre otras cosas). Y no le faltaba razón. La fantasía a veces no viene bien, la fantasía no es siempre para todos los bolsillos y la fantasía suele ser innecesaria. Pero qué sería la vida sin lo innecesario.
Con tanta referencia arquitectónica empiezo a sentir cómo las raíces se me tiñen de azul y florecen issues de infancia, así que centrémonos. Emoji de persona con camiseta gris haciendo yoga.
Volvamos al tema que nos atañe: la fantasía estética, la de lo visual. Vas a comprar una silla. Ahora tienes tantas opciones entre las que elegir que 2750 tipos de azulejos parecen pocos. ¿Vas a coger una silla que te encante, una silla fantástica, especial, increíble…? O, por el contrario, ¿vas a elegir una silla sencilla cualquiera que no te traerá problemas jamás y te servirá para todo? Tampoco te digo que elijas la silla Bubble de Eero Aarnio, o sí, ojalá puedas elegir esa (finjamos también que te la puedes permitir). Pero entiendo que una cosa es reducir o limitar la funcionalidad de los objetos en pro de la fantasía y otra cosa es cancelar, prácticamente, su sentido útil.
Si terminas eligiendo una silla fantasía puede que la acabes odiando la mayoría de días. Es una silla inútil y encima tienes la flecha del ánimo para abajo, por lo que de repente te chirría su estridencia poco normativa que no pasa desapercibida como te gustaría en ese momento. Un vestirse de negro para no destacar (no somos Dua LipABS), de toda la vida. O al contrario, la silla fantasía te gusta más porque es especial y simplemente mirarla mejora tu día de mierda. Quizá tardaste en elegirla o encontrarla, y le tienes más cariño por lo que la abrazas siguiendo el método Marie Kondo.
Pero claro, esto también supone que tienes mucho tiempo para estar buscando una simple silla. Y ya ni hablemos del presupuesto u otras variables porque el debate sería infinito y aún tengo que elegir el tono exacto de azul en que quiero pintar la puerta de chapa de mi local en Usera. Sí, has oído bien, puerta de chapa porque, efectivamente, como bien supones, va a tener una decoración de estilo industrial. Yo, que he abogado por la fantasía eligiendo un muro en curva. Yo, que me he reído del estilo de los azulejos del Perrachica. Pues yo, ahora voy y te digo que me he decantado por un estilo industrial solamente igual que el 90% de los locales contemporáneos (porcentaje 100% inventado).
Y es que al final, aunque intente defender la fantasía, también me siento a gusto en la normatividad estética, mucho menos agotadora para los ojos que la van a ver a diario. Paz mental y de nuevo: emoji de persona con camiseta gris haciendo yoga. (Ojo, esto tampoco es un alegato en favor del hace ya tiempo insufrible estilo nórdico).
Quizá una mera curva no sea tan fantasía como he dicho que era. A veces la fantasía depende del contexto. Qué complicado para ser un tema tan superficial, o quizá no. ¿Quizá no es complicado o quizá no es superficial?
Quizá tenemos que encontrar la dosis justa de fantasía. De hecho, si todo fuera fantasía no habría fantasía. Demasiada fantasía puede matar la fantasía. Si todos los edificios tuvieran extravagancias como huevos gigantes en el tejado, la fantasía sería una casa de tabiques rectos y limpios. ¿Y acaso no fue esa la razón del triunfo del estilo internacional? Igual Adolf Loos no estaba amargado, quizá solo vivía en una casa de recovecos modernistas y le tocaba limpiar ese día.