‘La vida misma’ es el nuevo proyecto Dan Fogelman (‘Crazy Stupid Love’). Con un reparto formado por Oscar Isaac, Olivia Cooke, Antonio Banderas, Mandy Patinkin, Samuel L. Jackson, Olivia Wilde y Laia Costa, entre otros. La película narra una historia de amor ambientada en las calles de Nueva York y España que se extiende a lo largo de varias generaciones, con diferentes personajes cuyas vidas se entrecruzan.
Hacía tiempo que no lloraba en una sala de cine. He de decir que suelo evitar las comedias románticas y por supuesto, los dramones. Hoy he decidido escribir sobre ‘La vida misma’, que tuve el placer de ver el pasado noviembre, ya que solo encuentro críticas negativas por parte de los medios y he llegado a preguntarme si hemos visto acaso la misma película.
Antes de continuar quiero aclarar que he estudiado cine, y no lo digo porque esto haga que mis palabras tengan mayor credibilidad, sino porque justamente, tras haber cursado una carrera de este tipo no comprendo como aquellos entendidos del campo sólo se centran en algunos aspectos. En parte, estoy cansada de las críticas pedantes, pretenciosas y demasiado académicas. Hay cuestiones obvias en el desarrollo de un filme que hacen que el mismo tenga mayor o menor calidad, sin embargo, no comprendo esta moda que se viene dando desde hace años de enrrevesar las palabras de una crítica hasta hacerla incomprensible para el lector y espectador medio.
Dicho esto, os digo que sí, me ha gustado ‘La vida misma’. Y no, no me ha parecido ‘mala’ película.
‘La vida misma’ no es innovadora, no rompe con nada, no transgrede. No tiene unos efectos especiales de Óscar, un decorado a lo Wes Anderson, ni una composición de planos que envidie a Kubrick. Sin embargo, es fácil que la cinta te toque (aunque sea un poquito) la fibra. Y a veces, con eso basta.
‘La vida misma’ está llena de giros, y de tragedias, y lo que a priori puede parecer sensiblería barata se acaba transformando y creando una historia más elaborada y compleja, aunque quizás el final llegue a ser, para muchos, algo predecible.
El comienzo del filme es impactante cuanto menos, y marca el ritmo de toda la película. El dolor acompaña a los personajes durante toda ella y, es cierto que las tramas no son nada nuevo, pero por ciertos detalles merece la pena ir al cine y deleitarse con ella. También es cierto que llega a ser surrealista en algunos momentos (¿puede haber tanto dolor en una sola vida?) y peca de insensible con determinadas escenas de tragedia, sin embargo, debido a las múltiples historias que trata (está dividida en tres capítulos) creo que haberse detenido en exceso con alguna de ellas habría ralentizado el ritmo y habría hecho de la cinta algo mucho más indigerible.
Además de la tragedia, la película toma como referencia la canción de Bob Dylan ‘Make you feel my love’, la cual, como dicen sus protagonistas, fue duramente criticada por encontrarse en su disco Time Out of Mind, el cual supuso el regreso artístico de Dylan e incluía en su mayoría canciones que, lejos de ser el amor como en ese sencillo, trataban temas más duros.
«Cuando Bob me leyó las letras de las canciones estábamos en un hotel de Nueva York. Las palabras eran duras, muy profundas, desesperadas, fuertes… Era el disco que quería hacer».
—Daniel Lanois.
En la película comparan este disco con la propia vida, en la cual, entre toda la tragedia se puede encontrar el amor, que es lo que les sucede justamente a sus personajes.
La vida como el definitivo narrador no fiable que nos lleva por caminos impredecibles. Aquellos secundarios y villanos son extras de una película más grande.
El resto de la BSO de la cinta no decepciona, desde Izal a Chuck Berry, pasando por Justice y por supuesto, repleta de Dylan.
Como interpretaciones, digna de mencionar me parece la de Laia Costa, y un monólogo de Antonio Banderas, de casi dos minutos de duración en el que la improvisación estuvo presente.
El cine es una cuestión de gustos, el día de la premiere casi la totalidad de la sala salimos emocionados. Quizás es que esperábamos muy poco. Quizás verla una segunda vez me haría cambiar de parecer. O quizás, es que como en la vida misma, hay pequeñas cosas en este filme que hacen que al final, merezca la pena.