Pasa el tiempo, y el recuerdo de esta película permanece en mí como una huella indeleble: Hirokazu Koreeda ha dirigido uno de las dramas sociales más excelentes que he tenido la oportunidad de presenciar y experimentar, en un acto que va más allá de la mera observación. Porque Un asunto de familia (traducción más certera que Shoplifters) va, esencialmente, sobre el punto de vista que podemos adoptar a la hora de observar cualquier situación. Nada lo prueba con más contundencia que esta mirada tan única sobre una familia hecha a sí misma, en una reflexión extraordinaria sobre la cotidianidad.
Koreeda nos ha mostrado que tiende a plasmar en su cine la estructura familiar como piedra angular de las relaciones sociales y humanas, más allá que usarla como mero accesorio o vehículo para desarrollar una historia personal y diferente para un único protagonista. En Un asunto de familia no hay protagonista en singular, porque el drama y la importancia de la historia evoluciona en el conjunto familiar, tal cual sucede en el mundo real. Con Nuestra hermana pequeña ya nos dejaba ver esta peculiar forma de retratar la vida: cercana a la sociedad y la realidad que conocemos, pero completamente distinta a la forma a la que estamos habituados a ver en el cine.
Por todo ello, resulta un vistazo de lo más enriquecedor: parece distante por cómo se concibe, parece desapasionada por cómo se pasea por el drama y angustia de sus personajes, parece desdibujada a nivel argumental… Parece muchas cosas, y nos acaba dando una lección de perspectiva. No es distancia, sino diferencia. No es desapasionada, sino brutalmente real. No está desdibujada, nos hace salir de nuestra propia burbuja.
Que excelente nota, amo el cine de Koreeda desde.lo poco que vi en mi buenos aires, pero verlo viviendo en tokio donde vivo hace casi dos años toma otra perspectiva, ese tokio de barrio que no se muestra para el turista, donde suceden estas historias, es donde siento mayor empatia!
Hola Samanta, ¡me alegra mucho que te haya gustado este comentario!
Por mi parte, no he vivido en Tokio (uno de mis objetivos en mi vida es viajar y vivir Japón cuando sea posible) pero a través de la narrativa de Kore-eda me dio a entender que tenía esa intención. Me parece un realizador soberbio por cómo es capaz de trasladar esa experiencia vital tan particular a un occidental que no ha estado ahí físicamente.
Un saludo, y gracias por leerme