Beautiful Boy nos hay traído, felizmente, la alegría de sorprendernos con el gran reclamo (tan esperanzado) del cine, en mis propias palabras, lírico o artístico.
Después del bombazo de Call Me By Your Name, no solo tenemos el lujo de volver a gozar de una historia apasionante, variopinta e inédita hasta su ejecución, en la mistura de una complejidad técnica notable con grandes estructuras, escenografías y sobre todo: una metapaleta de color hiper cuidada.
Nos hallamos de nuevo, probablemente, ante una nueva película de culto. Y es que, por lo visto, Timothée Chamalet es una mina de oro en esta categoría.
Una que da gran importancia al valor humano y que refleja su preocupación por hacer cine verídico y real en no crear ritmos hiperventilados, si bien pueden considerarse lentos, estos no son (PARA NADA, porque he oído mucho lo contrario) aburridos. Nada carentes de contenido, cada segundo cuenta y suma a la plenitud de a obra.
Como actor y asistente de dirección de fotografía en cine a menos de un año de rodaje, me fijo muchísimo en las interpretaciones y en las escenografías, tomas y planos además de arte, que otro factor común es el empleo de la literatura y, en este caso, no solo C. Bukowski jugará un factor fundamental sino que la película parecerá sacada de Hijo de Satanás.
Y es que, como ya dijimos antes, estos paulatinos ritmos favorecen la espontaneidad y naturalidad de los intérpretes, dando mucho espacio a hacernos llorar 3, 4 o incluso 5 veces a lo largo de la peli.
PD: Siento una envidia sana de sus trabajos, pero es que me encantaría participar de lo que fuere en una película así… ¡Madonna baja y ayúdame, por favor!
¡YA ERA HORA DE UN CINE DE CALIDAD Y COMERCIAL QUE NO FUERA PAN COMIDO!
No quiero desmembrar la historia, pero la difícil superación de las adicciones a ciertas substancias y la dificultad paternal-maternal de llevar una situación (entrelazada con secuencias de infancia) son los temas más yacentes de esta… Es una historia de hoy, con crítica y todo… HASTA BASADA EN HECHOS REALES. Y es que la droga, supone la primera causa de muerte en los EEUU en personas menores de 50 años, y no es problema único del primer mundo ni mucho menos de una zona geográfica concreta.
Diría yo que la emoción que más despertó en mí fue la empatía, y la comprensión de que hay luchas muy duras que nadie más que uno mismo puede superar solo y la destrucción que a su alrededor causa.
Y con Maura Tierney aprendemos la desesperación de una madrastra de las de verdad, con Steve Carell la desesperación de un padre que hizo todo por ayudar a su hijo y ya no puede más/sabe que hacer, con Amy Ryan en el amor incondicional de una madre separada de su hijo y con Timothée Chamalet el terror de la autodestrucción, una vez más, Bukowskiana.
Ya tenemos transplantado el gusanillo de la curiosidad. Si es arte lo sabremos. Nosotras las miradoras del arte somos conscientes de la completud en que la dejamos. Hay arte porque hay miradoras constantes, aprendices buscadoras de las bellezas, no tenemos descanso. Abrimos los sentidos a los rituales aprendidos sin conformarnos, constantemente insatisfechas. Siempre habrá algo mejor. Una pincelada más sutil, un sonido menos grave pero tampoco tan agudo… El arte nos enseña pero solo nosotras lo acunamos y dejamos crecer. Algunos seres monstruosos fueron desechados equivocamente. Hay que estar atenta, cualquier cisne negro fue catalogado como un simple feo pato . Observemos!!!
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