Hay ocasiones en que las segundas oportunidades son más que merecidas y bien recibidas. El caso de ‘La Liga de la Justicia de Zack Snyder’ es especial, y será recordado como un triunfo para la autonomía artística sobre el  interés puramente corporativo. Atrás quedará su consideración como mera versión extendida del infame montaje de ‘Liga de la Justicia’ que vio la luz en cines y envió a DC al abismo de la irrelevancia. Tras estrenar por fin su versión de la película, Zack Snyder ha podido finalmente resarcirse con aplastante evidencia. Y es que la conquista más importante del ‘Snyder Cut’ es no tan argumental y comercial como simbólica, pues ha roto su estatus como mera superproducción. Ahora representa la conclusión de una historia de superación para Snyder, y su viaje de recuperación personal y profesional.

Por esto debemos comprender el último y más sonado estreno en HBO como una de las más importantes pruebas de fuego en la industria del cine occidental popular, y para ello es necesario recontar cómo empezó todo. La versión (desgraciadamente) oficial de la ‘Liga de Justicia’ fue otro efecto colateral de la controvertida ‘Batman v Superman: El amanecer de la Justicia’, en el maremágnum de reacciones dispares en taquilla, crítica y recepción fan. Esta situación alimentó los peores temores de la cúpula de Warner Bros, ya que su primer crossover superheroico tenía que competir directamente con el titán taquillero de Marvel. El clima de desconfianza que se gestó alrededor de la figura de Zack Snyder multiplicó las presiones ejecutivas durante el rodaje de su ‘Liga de la Justicia’. Al fin y al cabo, su millonaria inversión requería un verdadero taquillazo.

La tensión solo iba en aumento cuando la tragedia sacudió a la familia Snyder. Zack y su esposa Deborah recibieron la noticia de que su hija, Autumn, se había quitado la vida.

Zack Snyder, director de ‘La Liga de la Justicia’, delante del Batmóvil de sus películas de DC.

Con el inevitable retiro de los Snyder para pasar el luto y estar con su familia, Warner Bros se vio con la difícil tarea de terminar ‘Liga de la Justicia’ y contrató a Joss Whedon (director de las primeras dos películas de los Vengadores) para que se hiciera cargo. La major de Hollywood aseguró que Zack Snyder había escogido a su sustituto personalmente, algo que él asegura que no se corresponde con la realidad. Todo apunta a que fue una decisión unilateral de Warner Bros, que además permitió que Joss Whedon descartase tramos significativos de la película rodada por Snyder para rehacerlos por completo. Con estos recortes empezó el «montaje Frankenstein» que finalmente se estrenaría en cines: pedazos de Snyder por aquí, trozos de Whedon por allá, alteraciones, descartes, borrados…

A lo anterior se sumó el rodaje de nuevas escenas (¿pero qué diablos le hicieron a Henry Cavill?) en una experiencia que varios miembros del reparto han calificado de incómoda. Tanto fue así que el actor Ray Fisher (Cyborg en ‘La Liga de la Justicia’) emprendió una sonora investigación que le llevó a enfrentarse directamente con Warner Bros. El cataclismo alrededor de la versión de Whedon de ‘Liga de la Justicia’ (o, como la llama el fandom, ‘Josstice League’) estalló en todas direcciones: escándalos sexuales con el antiguo CEO de Warner, más acusaciones a Joss Whedon por abusos (con un sonoro eco en el reparto de ‘Buffy’), un durísimo batacazo en taquillaZack Snyder ni siquiera vio la versión de Whedon de lo que fue su película, ya que tanto su esposa Deborah como su amigo Christopher Nolan le recomendaron alejarse todo lo posible.

Así, el DCEU (DC Extended Universe) pareció estrellarse para no volverse a levantar… Y una pregunta empezó a extenderse: ¿cuánto de mejor habría sido la versión que tenía Snyder en mente?

Henry Cavill como Superman en ‘El hombre de acero’ (2013)

Mucho se ha mitificado la visión de Zack Snyder en lo respectivo a sus adaptaciones de DC Comics. Con películas a sus espaldas como ‘300’ ‘Watchmen’ o el remake de ‘El amanecer de los muertos’, los materiales de marketing de ‘El hombre de acero’ le presentaban con la grandilocuente etiqueta de «visionario director». Esta presunción de maestría a priori chocó con las reacciones divisorias a la película del Superman de Snyder: alabanzas por la poderosísima presencia del Clark Kent de Henry Cavill, críticas a la coherencia de la trama y de sus personajes… Pese a ello, ‘El hombre de acero’ cumplió con su función de plantear el inicio de un universo mucho mayor que podría rivalizar con Marvel Studios. Y sin embargo, plantó la semilla del principal escollo del ‘Snyderverse’.

El mayor problema de las adaptaciones de DC de Snyder podría resumirse en un choque básico entre forma y fondo. Se podría tomar cualquier momento de sus películas con superhéroes, aislarlo por completo y funcionaría estupendamente. Esto se debe a sus espectaculares escenas de acción, icónicas líneas de diálogo y al estilo majestuoso y ominoso impregnado en todas sus obras. Sin embargo, cuando sus «momentos» dejan de considerarse por separado, el todo se cae de forma estructural porque su intención narrativa resulta un tanto desconcertante. Casi siempre se echa en falta algo de sentido y coherencia entre lo que Snyder pretende hacer y lo que verdaderamente hace. Esa es la razón por la que su Superman se plantea como alguien que pretende ser esperanzador y luminoso, aunque la mayoría de sus actos normalmente hagan que no sea así.

El cinismo (voluntario o no) del planteamiento de Snyder suele ocultarse bajo premisas aparentes. Y el exceso de dichas premisas fue el epicentro de la polémica con ‘Batman v Superman’.

Ben Affleck, Gal Gadot y Henry Cavill como la Trinidad de DC: Batman, Wonder Woman y Superman

Tampoco hay que pensar que el enfoque cínico en los superhéroes es algo malo per se, pues hemos tenido ejemplos magníficos (‘The Boys’ no pretende aparentar otra cosa) y algunos más endebles (como ‘Hancock’). Se trata de coherencia interna, lo que nos lleva al agravante de ‘Batman v Superman’: la saturación de líneas argumentales sin precedentes. A la inconsistencia de la propuesta narrativa de ‘El hombre de acero’ se le añade que Warner Bros diera luz verde a un proyecto para el que el adjetivo «ambicioso» se queda corto. Con ‘Batman v Superman’ se hizo malabares con una secuela de Superman, la introducción de Batman y Wonder Woman, una historia con dos villanos, la precuela de ‘Liga de la Justicia’ y una adaptación de varias sagas de cómics. Todo a la vez, en una película con muchas limitaciones para poder ser comercializable en cines.

El resultado fue un difuso y apabullante pastiche, que desembocaría en el cisma comercial y crítico y la inestable situación con ‘Liga de la Justicia’. Esto fue especialmente frustrante porque, pese a su fragilidad argumental, las dos películas anteriores fueron ejercicios fascinantes con mucho potencial. Ello no evitó que, a pesar del éxito de la ‘Wonder Woman’ de Patty Jenkins, el desmembramiento de Whedon del delicado material de Snyder derrumbase el edificio. El ‘Snyderverse’ cayó, se retrasaron estrenos, cancelaron producciones y se reformuló el universo DC al completo. Un año más tarde, ‘Aquaman’ dio paso a una nueva hoja de ruta, en la que las películas tendrían una identidad más propia y menos dependiente del universo compartido. Así, ‘Aquaman’ fue descaradamente kitsch, ‘Shazam’ fue una comedia familiar, ‘Aves de presa’ fue una fantasía de acción para la Generación Z…

De esta manera se forjó un nuevo camino para DC en el cine, que dejó de intentar medirse con la competencia y se centró en películas comerciales y variadas que atrajeran a públicos diversos.

‘Aves de presa (y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn)’ fue una de las películas de DC en 2020

Tras este giro radical en el panorama de DC, ¿qué papel le quedaría a ‘La Liga de la Justicia de Zack Snyder’? Pues uno que va más allá de altavoces para fans tóxicos o de ansias comerciales. Las verdaderas implicaciones son que un fandom ha recaudado miles de dólares para la prevención del suicidio y que se ha validado a un autor otrora quebrantado en un contexto comercial ultracompetitivo. Por fin ha quedado claro que hay cabida para el estilo de Zack Snyder en el universo DC, aunque él no sea quien lo lidere. Podríamos incluso decir que ha llegado en el momento apropiado y en la plataforma adecuada, pues estrenar las 4 horas que dura el Snyder Cut en cines era poco menos que imposible. Con HBO, Snyder no solo ha podido finalizar el metraje que se llevó en su portátil, sino refinarlo y expandirlo.

Y, ahora que se puede ver, ¿cómo es el Snyder Cut? Pues muchísimo más. La película no ha variado su estructura y sus puntos fundamentales: amenaza alienígena, superhéroes que se unen, problemas, superación… Lo que cambia para mucho mejor (que tampoco era difícil) es su desarrollo y ejecución. Resulta conmovedor ver esta película reconociendo la pasión y el entusiasmo que su director le ha dedicado durante años, aunque esto no la convierta en una obra maestra del cine. La inconsistencia de algunas premisas sigue estando presente, pero Snyder logra por fin elevarse lo suficiente sobre sus clásicas fallas para crear una experiencia más sólida, divertida y entretenida. No es una película nueva, pero se siente tan nueva y diferente que ha merecido la pena verla como siempre debió haberse estrenado.

Es larga (para bien y mal, según el momento), gustará a muchas personas y disgustará a otras. Resulta absurda, alucinante, imperfecta y espectacular, pero, después de la que ha caído, ¿realmente vamos a pedirle más?