Jaime Lorente ha estrenado Matar Cansa en el Teatro Pavón Kamikaze y si digo que la función es espectacular, me quedo corta. Valentía, honestidad, talento e inmenso trabajo han sido los ingredientes estrella de su vuelta al teatro.
Después de dos años intensos de rodajes Jaime Lorente ha decidido volver a su lugar de origen, las tablas, y lo ha hecho por todo lo alto. “Hay algo del teatro que no me lo da nada” me dijo dos días antes de estrenar Matar cansa. Y apuesto a que se refería a su estabilidad emocional y su felicidad.
Ha emprendido esta nueva aventura de la mano de Alberto Sabina y Antonio Mateos, amigos de la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia y compañeros de locuras.
«Hay algo del teatro que no me lo da nada»
Matar cansa es un monólogo del dramaturgo argentino Santiago Loza, un texto inmenso que se adentra en lugares muy oscuros del ser humano. Una apología del asesinato como arte que aporta un punto de vista inusual.
Una víctima seduce, provoca
Una silla en el escenario. Las luces se apagan y Jaime Lorente entra en el teatro para quedarse durante una hora solo entre focos y ante el público. Para narrar con una admiración desmesurada los asesinatos de un criminal. Para viajar junto a su personaje hacia el mundo de los impulsos.
Me faltan partes y por eso él me llena
Pisa con muchísima seguridad y mira fijamente a cada par de ojos que se encuentran en el patio de butacas. Al fin y al cabo ¿qué ha hecho él de malo? No ha matado a nadie, porque no es capaz. Es un cobarde que encuentra su plenitud en los actos de un desconocido.
Admirar no es imitar
La confusión, la verdad en la voz del intérprete y la intensidad de los hechos acumulan en mi cuerpo una tensión que solo al salir del Kamikaze me pasará factura. Mientras tanto paseo por otra dimensión y durante milésimas de segundo incluso se dibuja una sonrisa en mi rostro.
Matarlo y abrazarlo es parecido
Entre focos el protagonista rema y construye. Cada palabra cobra sentido. Escena tras escena la violencia aumenta. Es un continuo de incoherencias llenas de coherencia donde el abrazo hacia lo terrible parece estar lleno de ternura.
Los animales matan por necesidad, nosotros por placer
La expresividad del hombre que tengo delante y sus minuciosas descripciones me llevan a lugares desconocidos. Cada verbo nace de lo más hondo de su ser y resuena en la sala. Y cada acción se manifiesta de manera extrema. Asustan, preocupan, incomodan y afectan pero no se cómo termino por entenderlas.
Intenta ser uno más pero la quietud lo inquieta
El tiempo se acaba, la historia concluye y el público se levanta para ovacionar al artista.
Solo puedo añadir BRAVO a todo el equipo. Bravo Jaime Lorente, bravo Alberto Sabina (director), bravo Antonio Mateos (ayudante de dirección) y bravo al resto de personas que han hecho posible esta producción.
«Con la obra arriesgo mi dinero y mi prestigio pero gano en salud»
Una catarsis personal y profesional
El talento Jaime lo trae de fábrica pero el trabajo que hay detrás de una función así es enorme. Trabajo emocional, mental y físico que hacen de Jaime Lorente un grande. Este ha sido probablemente su mayor reto interpretativo y me atrevería a decir: RETO SUPERADO.
El murciano ya estaba a la altura de los papeles que ha tenido en ficción, pero esta vez ha demostrado ser un ACTOR con todas las letras y en mayúsculas. Solo un actor que ama su profesión, que la necesita y que encuentra en ella su mayor satisfacción es capaz de producir y defender en solitario este texto. Y el que hemos conocido también como Denver no solo lo ha hecho, sino que lo ha hecho de una forma magistral.
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¡Enhorabuena Jaime Lorente!
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