El Museo Centro de Arte Reina Sofía inaugura su nueva colección permanente con un 70% de obras que nunca habían estado expuestas antes.
POR: FIDEL VILLAR
Desde el 21 de noviembre del año pasado se puede visitar la nueva reformulación VASOS COMUNICANTES Colección 1881 – 2021 del Museo Centro de Arte Reina Sofía. Se comienza a contar la historia del Reina Sofía desde el nacimiento del pintor Pablo Picasso hasta la actualidad. Esta nueva relectura cuenta con un 70% de obras que no habían sido expuestas anteriormente. Este trabajo forma parte del las adquisiciones que se han llevado a cabo bajo la dirección de Manuel Borja-Villel (director del museo desde el año 2008).
Llega el cambio al Arte Contemporáneo español
El Museo sigue los pasos de otros centros neurálgicos del arte contemporáneo, que en los últimos años han presentado la reorganización de sus colecciones permanentes. Como la gran reformulación que realizó el MOMA en Nueva York en el año 2019. Y que planteó cuáles eran las obligaciones de un Museo de arte contemporáneo en el siglo XXI.
La nueva colección permanente del Museo, con casi dos mil obras expuestas se reparten por las plantas del antiguo hospital y por el edificio creado por Nouvel. En esta reformulación el Reina Sofía escapa de las salas monográficas. Replantea la figura de los genios. Y opta por plantear los escenarios con nuevas genealogías, no necesariamente cronológicas. Que nos ayudan a pensar qué es el arte contemporáneo y la necesidad de otras lecturas. En los ocho episodios el colonialismo, la ecología, el feminismo, las disidencias sexuales o el 15-M entran a formar parte del Museo Nacional y recoge una deuda histórica de faltas y marginaciones en la historia del arte.
Entrar ahora al Museo permite la posibilidad de realizar un viaje, no solo un viaje cronológico. Vamos a sobrevolar las vanguardias europeas, el impacto del arte estadounidense. Pero también visitaremos la revolución zapatista, Kassel y la Puerta del Sol. El Reina Sofía ofrece un relato de los avances sociales de las últimas décadas. Pero también de las persecuciones, de las marginaciones, de los momentos oscuros de nuestra historia reciente.
Nuevos cambios en la colección
Salvo el Guernica, que es la única obra que permanece fija como símbolo del Museo. La colección se divide en ocho episodios, que durante este verano se han podido ver divididos, no exentos de confusión. Pero ya podemos ver la reformulación completa, especialmente importante la presencia de los años 80 y 90, en el episodio “Un barco ebrio: eclecticismo, institucionalidad y desobediencia en los ochenta”. El episodio comienza con una relectura de la Documenta 7 con artistas como Miriam Cahn o Miquel Barceló y explora el apoyo al arte contemporáneo de los años 80 para alejarse de la sombra del franquismo. Antonio Saura, Eduardo Chillida, Juan Muñoz o Carmen Calvo son los elegidos para releer la utilización de la cultura en la España de la transición.
La disidencia en los 90
Las disidencias, quizá por primera vez, aparecen en el Museo de forma permanente. La crisis del sida y el movimiento artístico y activista llegan a la colección para obligarnos a mirar cuáles son los riesgos de no conocer el pasado. Pepe Espaliú, artista cordobés que muere por causas derivadas del sida en el 93, es el gran protagonista de estas salas, que culminan con la performance del artista Carrying. En la que parejas de personas cargan con el artista hasta las puertas del Museo Reina Sofía para denunciar el abandono de las instituciones a las personas con sida y la obligación social de luchar y construir colectivamente.
En estas salas también encontramos una relectura de la movida madrileña y fotografías del artista David Wojnarowicz, al que le dedicaron una muestra en 2019. Junto a esto, el Museo ha dirigido su mirada a Latinoamérica, hay una fuerte presencia de artistas y colectivos latinoamericanos. Desde la presencia del escritor y artista Pedro Lemebel, que, a viva voz, nos lee “Manifiesto por mi diferencia”, un texto que escribió frente a la discriminación que sufría por parte de la izquierda comunista chilena por su homosexualidad.
Los museos que necesitamos
Es evidente que una reformulación de un Museo Nacional en 2021 debía tener una fuerte apuesta por representar la diversidad y las distintas realidades que habían sido marginadas y eliminadas de las colecciones de arte contemporáneo. Gracias a esta reformulación, el Museo se convierte en un espacio desde el que mirarnos, desde el que replantear quienes fuimos, quienes somos y quienes queremos ser. Es un espejo desde el que la sociedad debe encontrar la posibilidad de mirar, de pensar, no solo en la crisis socio-sanitaria actual. También los problemas enraizados en la sociedad española, como el poder colonial y la violencia. En estos ejercicios de revisar y revisitar nuestro pasado para reflexionar como señala el epígrafe de uno de los episodios, debemos preguntarnos si “¿Puede la historia ser rebobinada?”.
Esta nueva reconfiguración de la colección permanente del Museo Reina Sofía, no solo acerca al Museo a un espacio más cercano con la realidad actual. También obliga a sus visitantes a realizar un ejercicio activo en sus visitas. El Museo no es un espacio que se pueda recorrer de forma pasiva. Las nuevas salas te exigen, te devuelven la mirada, te obligan a reflexionar sobre las relaciones que entre las obras que tienes delante se establecen. La cultura no puede permitirse ser una herramienta para lo cómodo, debe excitarnos, hacernos preguntas, nos tiene que hacer sentir incómodos. Y cuando recorras estas salas te invito a hacerte preguntas, a ir más allá, a que junto a las obras te permitas sobrevolar los muros del Museo.