La enemistad de Katy Perry y Taylor Swift era a la música lo que el enfrentamiento entre María Estuardo e Isabel I era a la política anglosajona del siglo XVI. Pero, por suerte, ninguna cabeza acabará rodando ante miles de espectadores.
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Que a Taylor Swift le salen los enemigos de bajo las piedras es sabido por todos. Sólo hay que mirar cuántos tweets le han lanzado celebridades como Kim Kardashian o cómo Kanye West ha estado humillándola desde los VMA de 2009.
Esas relaciones no empezaron con buen pie pero incluso las que sí lo hicieron (su squad), tuvieron un trágico desenlace. Y es aquí donde podría clasificarse su relación con Katy Perry. Ambas han tenido sus momentos de gloria pero también sus baches desgarradores. ¿Qué sucedió exactamente?
LOS INICIOS
2008. Katy Perry triunfaba internacionalmente con su éxito I Kissed a Girl y Taylor Swift lanzaba su segundo álbum de estudio Fearless. Y aunque se podría intuir una rivalidad de intereses, su fama coetánea nunca lo supusó. De hecho, en 2009 forjaron una amistad inseparable. Pues así lo demuestran sus infinitas fotos juntas en los principales eventos y sus tweets de admiración, que no eran pocos.
Es más, incluso llegaron a plantearse una colaboración musical que nunca se hizó realidad. En cambio, sí que cantaron juntas el popular Hot and Cold en la gira de Swift, en 2010. Durante esta época, Taylor salía con John Mayer. Las cosas entre ellos acabaron muy mal, hasta el punto que Taylor le dedicó la canción Dear John, en su disco Speak Now.
EL ENFRENTAMIENTO
En 2012, Katy empezó un noviazgo con el mismísimo John Mayer. Oficialmente, esta no fue causa de la discordia entre las dos superestrellas, sino que el motivo de su enfado fue el trabajo. Evidentemente, lo que no mata, engorda. Y posiblemente esta sea la definición de John Mayer. Él no fue el problema en sí mismo pero era como echar leña antes de encender el fuego.
El conflicto surgió por un malentendido con un bailarín. Curiosamente, otro hombre. Tras sacar su disco Red, Taylor Swift estaba de gira con tres bailarines que habían participado en la anterior gira de Katy Perry, California Dreams. Entonces, Katy, que iba a empezar su gira Prism, les preguntó si estaban interesados en trabajar con ella. Los bailarines lo consultaron con el equipo de Taylor que inmediatamente los despidó. Es más, Taylor dejó de seguirlos en Twitter.
Algo tan sencillo de solucionar como sentarse y leer las cláusulas del contrato o simplemente hablarlo como las personas civilizadas. Seguro que se tenían agregadas en WhatsApp. Pero no, decidieron montar en cólera y empezar la Guerra de Troya.
LA GUERRA
No se sabe exactamente donde empezó la batalla. Lo más probable es que el detonante fuera el tweet de Katy Perry que hacía referencia a alguien tan malvado como la mala malísima Regina George de Chicas Malas que se ocultaba tras un rostro angelical en forma de oveja.
A esto le siguieron los rumores de que Taylor Swift iba a dedicarle una canción de venganza a Katy Perry (Bad Blood), la aparición de Katy en la superbowl con unas bailarinas vestidas con el mismo bikini que se le había criticado a Taylor, etc.
En fin, un interminable arsenal de indirectas crueles y despiadadas. Y llegó 2016, el año en que Taylor Swift tocó fondo. Al verse envuelta en un conjunto de polémicas como su ruptura con Calvin Harris quien insinuó su maldad o Kanye West que literalmente la llamó zorra, perdió a la mayoría de sus amigos.
Aun así, Katy estaba dispuesta a hacer las paces. Siempre y que fuese Taylor quien diese el primer paso. Ella consideraba que ya había ganado la guerra y así se lo hizó saber a sus fans con su tema Swish Swish. Ovejas con piel de lobo contra tigres -animal que la representa- y la colaboración con Nicki Minaj. Esta última había tenido un encontronazo con Taylor tras acusarla de favoritismo en 2015 pero habían enterrado el hacha de guerra poco después.
Ahora habían dos bandos muy diferenciados. Taylor Swift estaba sola, pero continuaba guerrera. De hecho, el mismo día que Katy lanzó su disco Witness, Swift subió todas sus canciones a Spotify, plataforma de la que las había retirado años antes.
Luego vino Look What You Made Me Do de Taylor Swift. A partir de ahí, parece que la cosa se relajó. Katy dejó de estar a la defensiva y ambas empezaron a adoptar una postura pacifista más acorde con su discurso interior. No olvidemos que Perry apoyaba públicamente a Hillary Clinton.
LA PAZ
Después de un tiempo reflexionando, llegaron a la conclusión que se habían comportado como dos niñas pequeñas. Entonces, Perry envió una rama de olivo (símbolo de la paz) acompañada de una carta de reconciliación al camerino de Taylor.
La reacción de Swift fue muy positiva: dándole las gracias vía Instagram, aceptó sutilmente la propuesta de paz. Desde este momento, parece que las dos estrellas han vuelto a hacer planes de amigas.
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Ahora, después de todos estos años, han hecho oficial su reconciliación mediante el videoclip de You Need To Calm Down. Esta es la nueva canción de Taylor Swift que apoya a la comunidad LGTBI y en cuyo vídeo, lleno de colores, aparece una Katy Perry vestida de hamburguesa abrazándose con Taylor, disfrazada de patatas fritas.
Y vaya metáfora. Habrá gente que prefiera las patatas a la hamburguesa o viceversa. Esto supondrá una rivalidad. Pero, ¿qué hay más delicioso que un plato con las dos cosas? Si unen sus fuerzas, son mejores.
¿Y SI…?
¿A quién no le gustas hacer conjeturas y establecer paralelismos? Curiosamente, su historia se asemeja en cierto modo a la que vivió la gran Isabel I con su prima, María I de Escocia. Las dos encarnaban el poder en un mundo de hombres. Hombres malvados y retorcidos que las manejaron a su antojo por miedo. Miedo a la unión de la fuerza femenina.
Ni que decir tiene que las disputas entre las actuales cantantes no iban a matar a nadie y, por suerte, la cosa se ha arreglado. Si bien lo han logrado por la voluntad de Perry de dar su brazo a torcer, de alguna manera han sido presionadas para continuar su guerra. Que el salseo vende mucho y algunos medios apuestan por él es un hecho. Flaco favor hace también la implicación de las redes sociales, que hacen montañas de un grano de arena.
Claro está que la culpa no es de ellos, pero hechar leña al fuego, más que apagarlo, lo aviva. Menos mal que ellas sí han tenido suficiente valentía para reconocer sus errores y des de este medio solo podemos alegrarnos por su reconciliación.
Como dijo Katy en una entrevista: «cuando las mujeres se reúnan y decidan unirse, este mundo va a ser un lugar mejor».