La sastrería femenina ha evolucionado de tal manera desde sus inicios que el hecho de no tener una blazer en nuestro armario actualmente nos parece algo imposible.
A pesar de que los algunos diseñadores de moda ya sacaron a la luz los primeros trajes para mujer, fue Yves Saint Laurent quién impulsó esta idea en los años sesenta con la intención de dotar a la mujer de libertad equiparando su vestimenta a la de los hombres. Figuras tan conocidas como Annie Lennox, Twiggy e incluso Diana de Gales fueron pioneras en lucir sus trajes décadas atrás.
Desde entonces, el traje es un básico de armario y ya no solo lo vemos como un clásico para llevar a la oficina, si no para vestirlo en celebraciones y eventos. Los diferentes cortes, colores y texturas nos permiten crear looks para numerosas ocasiones. Además, es tan versátil, que podemos llevarlo en cualquiera de sus versiones -de corte recto, oversize…-, con cualquier tipo de calzado -desde sneakers a tacones- y combinarlo con multitud de accesorios. Las posibles combinaciones son innumerables y siempre es una buena alternativa al clásico vestido que acostumbramos a llevar.
Con el paso de los años, el traje ha perdido su género, colmando de elegancia a quién lo lleve puesto. Ya lo dijo Charlotte Casiraghi: “it´s about being masculine and femenine at the same time”.
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