Hoy es noche de musical. Una chaqueta, un cuello alto, un par de botines, toque de rímel y maquillaje que es belleza al instante abrid la puerta que nos vamos pa’ West Side Story antes muertx que sencillx.
Un poco de postureo con el photocall de la entrada, y directa al bar a por un par de botellas de agua para aguantar junto a 1000 personas, la tradicional calefacción del Teatro Calderón. Butaca 13 de la fila 7. Me gusta llegar un poco antes a las obras de teatro para sentarme frente al telón bajado a leer el guión teatral de la obra. El libreto de información por el que hoy en día en los musicales tienes que pagar casi siempre. No es suficiente con los 60€ de la entrada, sino que te piden dos míseros euros para presentarte al elenco y equipo técnico en 7 páginas de papel estucado que puedes encontrar en internet con un solo click.
¡Porfavor! ¿Estámos locos? Si nos han “reducido” el IVA cultural de los espectáculos en vivo, por alguna parte nos tendrán que cobrar esta rebajón. ¡No seamos quejicas!…Es irónico, pero coolturizarse tiene un precio. Pero dejemos mi yo hater para otro momento…
¡Que comience el espectáculo!
Escenario con un letrero rojo en el que se lee en gigante “West Side Story”. ¡Amazing! Esto me provoca buena vibra, la escenografía ya apunta bien alto con el telón bajado.
Arriba telón, luces, sonidos, una increíble estructura que imita a los barrios marginales de New York y ¡acción!. La obra comienza con unos efectos especiales impactantes. Es lo que prima en la adaptación de Federico Barrios (director de escena y adaptación de coreografía) con una gran trayectoria a sus espaldas siendo director de «Hoy no me puedo levantar» o coreógrafo de «Sonrisas y Lágrimas». Dos grandes triunfos que lo premiaron en varias ocasiones. En West Side Story lo ha vuelto a conseguir, unas coreografías de Top Ten. Sin embargo ¿la adaptación de escenas?.
Calm keep and no spoilers. No voy a desvelaros ninguna sorpresa de la obra. Solo quiero aportar unos warnings antes de elegir West Side Story como primer musical de la temporada.
Todo empieza como esperaba, pum sonido por allá, pum luces por acá, pum Jet Boys y ¡música maestro!. La primera escena ha estado a la altura, un pequeño baile en grupo que presenta a cada una de las pandillas protagonistas en la historia. A medida que avanza, la relación entre las escenas es un poco caótica. Yo estuve mas pendiente de recordar la película para no perderme entre cambio y cambio de número que de disfrutar del recorrido de la historia.
En su defensa he de decir que West Side Story es un musical fort de adaptar a la perfección. No es fácil representar una obra en la que dos pandillas marginales de EEUU comparten escenario en un face to face dance continuo.
Baile: el gran hero
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Increíble, un aplauso a Federico Barrios por la adaptación de coreografías. Un hurra por los bailarines, es decir, por todos los actores. Mientras miro al escenario recuerdo la sensación que tenía al ver Billy Elliot, los pelos de punta con la coordinación entre cada uno de ellos y sus pasos. Todos los bailes parecían extensiones del movimiento de los personajes en la historia. Cuentos en cada paso. La incorporación de las coreografías a las escenas fue perfecta.
En esta faceta destacó una sensual Anita caracterizada por la bailarina de trayectoria Silvia Álvarez. Verla caminar por el escenario y engancharte. Una posición recta y un carácter firme que acompañaban a su papel a la perfección.
Canto: un bien pelao
Me pongo en la piel de cada uno de los actores y actrices, es realmente difícil aguantar tantos pases con la voz perfecta. A veces nuestro instrumento corporal se agobia ¡necesito un tiempo muerto!. El gran handicap de trabajar en el musical. Hasta que no llegues al escenario, estáte lo más callado posible, tomando potingues e hidratando tu garganta cada segundo.
Puede ser por el cansancio de varios pases seguidos o porque era un mal día para los protagonistas de la pandilla de los Jet Boys, pero decayeron a medida que avanzaba la obra en relación a los Sharks Boys. Alguna nota pasó rozando la partitura y se fue más a la izquierda que a la derecha.
La parte vocal no me dejó muy convencida en ningún momento. WSS es un musical que tiene un tono operístico, reconozco que no es mi tono preferido, soy más de belting y música negra. Pero sé reconocer cuando un tono operístico me consigue emocionar y estar al nivel. Una pena que en este caso el canto no haya sido el culpable de mis pelos de punta.
El papel de María le tocaba a (Ana San Martín). No desafinó, pero tampoco emocionó. No se si me entendéis. Cantar en el musical es algo difícil porque tienes que contar tu historia e interpretarla más que nunca. No puedes pasar por encima la letra de forma técnica sin transmitir los sentimientos de tu personaje. Además, su voz no llegó a empastar melódicamente con su pareja de escenario Tony (Javier Ariano) y esto desconecta el vínculo amoroso que deben simular durante toda la obra. Me dió pena no ver a la pareja Talia del Val con Javier Ariano, como en la presentación del elenco en Agosto en el Teatro Calderón. Javier Ariano compensó laos «peros» con su gran propuesta de interpretación.
Un cansancio vocal por parte de Riff (Víctor Gónzalez) a medida que avanzaba la obra sería la gota que colmaría el vaso para hacerme sufrir y provocarme ganas de levantarme y darle uno de mis botellines de agua más que disfrutar viendo el musical.
Aún así, creo que en esta obra primaba el baile por encima del canto. Cada musical destaca en una destreza, y West Side Story se caracteriza por sus famosos movimientos. Nuestra adaptación española en eso no tiene nada que envidiar a Broadway.
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Interpretación: personajes secundarios que pasan a primer plano
Conseguir el papel protagonista es un mito en este musical. La vida de WWS está en los personajes secundarios. Además de bailarines y cantantes, siendo algunos también alternantes, los actores y actrices que representan a los Jet Boys, los Shark Boys, las Jet Girls y las Sharks Girls son la clave de los escapes de risa contagiosa
Dentro de este cast maravilloso destaca Joana Quesada, representa el toque red bull y feminista de la obra con el personaje de Pauline. Es un continuo show ver cada uno de sus intentos por formar parte de Jet Boy y ser considerada uno más. Un personaje inquieto, divertido, compasivo y moralizador. Joana y Pauline son mi mix preferido.
Escenografía e iluminación: los magos escondidos
Una matrícula de honor. El equipo de Ricardo Sánchez Cuerda (diseño de escenografía) y Carlos Torrijo con Juan Gómez Cornejo (diseño de iluminación) han sabido como introducir al público en la narración y romper la cuarta pared con efectos especiales. Todos los que estábamos sentados en la sala nos sentíamos en los barrios del NY marginal.
Cada escena que se cerraba y abría era una nueva sorpresa. ¿Quien es capaz de simular los bajos de un puente tan perfectos? Bravo, enhorabuena. En gran parte, siento que de los 57€ que me costó la obra (y porque iba con oferta 3X4) un 40% está en la puesta en escena.
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Telón abajo, fin: un sabor agridulce
En general, mi sentimiento hacia el musical fue agridulce. No salí con ganas de ponerme a actuar corriendo, y eso es raro en una actriz. Un marketing musical perfecto para una obra que me ha desilusionado en alguna faceta. A veces, lo mainstream sale caro.
Tranquilx, no pretendo quitaros la ilusión de ir a Tirso de Molina a conseguir vuestro guion teatral y vuestra foto en el photocall. Solo intento daros unas claves críticas para priorizar los musicales actuales de la era artística madrileña. Una era en la que Broadway está presente en nuestra agenda. Solo con recorrer la Gran Vía puedes sentir la movida musical del siglo XXI. Con estos precios, hay que priorizar cual vamos a ver antes y cuales pueden esperar. Lo que tengo seguro es que los pandilleros de los barrios marginales de New York Town estarán mucho tiempo moviéndonos con sus bailes por los madriles.
Te invito a que pruebes las emociones por ti misma y me cuentes que te ha parecido, ¿coincidiremos en clasificación? ¿piensas todo lo contrario? ¿El West Side Story original del compositor Leonard Bernstein y el coreógrafo Jerome Robbins nunca podrá ser igual?. Es una realidad, Broadway es mucho Broadway. Pero aún así en España tenemos grandes musicales que llenan el centro madrileño cada año.