El registro de un recuerdo se desdibuja y reconstruye según las emociones asociadas al mismo. Así embellecemos momentos felices mientras emborronamos aquellos pasajes difíciles de sobrellevar, y la diferencia está en cómo cuidamos de unos mientras enterramos a los otros, con la esperanza de que no nos persigan. Es ahí precisamente donde reside el valor de Soy una tumba, al atreverse a hacer una inmersión onírica en el quiebre del pasado y la pérdida de la inocencia infantil con un cortometraje de doce minutos.
Esta obra de animación, co-producida entre España (UniKo) y Francia (Autour de Minuit Productions), dibuja un momento que se siente viejo y desvencijado, a la vez que claro y vivo, otorgando un contraste único.
La oscuridad y pesadumbre de su imagen y línea narrativa contrastan fuertemente con la vida que late debajo y la importancia sentimental grabada en cada plano. La carga íntima y personal que acarrea Soy una tumba juega a su favor a la hora de imprimir un instante emocional potente, pero podría desconcertar a aquellos espectadores no habituados a la lógica de la memoria y el sueño que podemos hallar en autores como David Lynch o Maya Deren.
Lo anterior se transforma, eventualmente, en puntos a favor de la propuesta nacida de la mente de Khris Cembe, director de esta obra al que entrevistamos junto con Mari Carmen Cambrils, una de sus principales animadoras. En Coolturize tuvimos la oportunidad de hablar con ambos acerca de su carrera, la profesión en España y Europa y de proyectos futuros y pasados, en la antesala de una gala de premios Goya en la que figuran entre las nominaciones al mejor cortometraje de animación.
Mari Carmen Cambrils, de 31 años y procedente de Pego (Alicante) es una de las principales animadoras de Soy una tumba. Hizo el Bachillerato de Artes en el Instituto María Enríquez de Gandía, y de ahí marchó a estudiar Bellas Artes a la Universidad Politécnica de Valencia. Se especializó en Animación 2D por el Máster de Animación de la misma universidad y actualmente es animadora autónoma. Ha participado en varios cortometrajes como The Neverending Wall (Silvia Carpizo y Abano Producións), spots como El cole de Celia y Pepe (para Mediaset España) y Clin, un trabajo propio de animación con el que ganó primer premios al mejor GIF animado en el festival Prime The Animation.
Khris Cembe, de 35 años y procedente de Cangas (Galicia) es el director de Soy una tumba, así como su guionista y responsable de arte y animación. Es animador autodidacta desde hace catorce años, se mudó a Barcelona para trabajar a la edad de 22 y se formó a base de trabajo independiente. Ha sido el director de animación de los cortometrajes Decorado y Birdboy, así como de la ganadora del Goya Psiconautas, los niños olvidados. Anteriormente participó en la webserie de animación Cálico Electrónico y, actualmente, se centra en dirigir y contar historias. Dirigió Viaje a pies en 2015, su primer cortometraje con el que entró en la sección oficial del prestigioso Festival de Annecy. Soy una tumba es su segundo cortometraje y su trabajo más personal.
¿Cómo empezó el proyecto de Soy una tumba?
M. Carmen: Conocí a Khris al coincidir en el festival 3D Wire de Segovia. Tuve la suerte de enseñarle el material de mis trabajos anteriores y le gustó lo que hacía, le encajaba con lo que buscaba para su corto. Me dijo que podría formar parte del equipo de animación, así me contactó más tarde y nos pusimos a trabajar.
Khris: La idea de Soy una tumba apareció porque quería contar una historia sobre la infancia, la soledad y la muerte, en clave simbólica. Quería hacer una película que reflejase un poquito de mí y de la tierra donde crecí y dejé mi infancia. Aunque nací en Madrid, a los diez años me mudé a Galicia y ahí pasé mi etapa de madurez psicológica, condicionado por su humildad y también por sus largas temporadas de lluvia y viento. Cuando empecé a entender un poco la vida, este tipo de cultura gallega me chocó y se me grabó en la memoria.
«Quería hacer este corto, que simboliza el final de la infancia y su abandono, de la muerte simbólica de la niñez…»
¿Cuál era el objetivo central que teníais en Soy una tumba?
Khris: Para mí ha sido como una especie de desahogo. Sentía la necesidad de expresar algo y creo hacer este corto ha sido parte de una terapia para aceptar la muerte del pasado en el presente. Una forma de aceptar que ya no somos niños. A esta edad en la que me encuentro, entre los treinta y los cuarenta, se piensa más hacia el futuro y el pasado solo es nostalgia. De ahí nació la verdadera intención de hacer este cortometraje, algo que me ha llevado mucho para pensar su historia, narrarla apropiadamente y realizarla. A medida que avanzaba la historia, mejor me encontraba con la misma.
M. Carmen: Por parte del departamento de animación, teníamos que dar forma sobre los fondos esbozados y entender en todo momento qué quería Khris. Con esto, desarrollábamos la animación: primero hacíamos el boceto para tener feedback del director, y luego se limpiaba para añadir todos los detalles. Nuestro objetivo siempre era encontrar lo que buscaba Khris, dar con lo que se pedía y conseguir que el movimiento funcionase. Eso era lo esencial.
«En Soy una tumba he tenido mi mayor aprendizaje, por el hecho de que era una animación sobria, muy poética, donde menos es más. Yo venía de hacer ejercicios de máster y de trabajar en otros proyectos en los que la animación era mucho más cartoon, con muchos más dibujos rotos. Soy una tumba era todo lo contrario. Lo que más costó y fue más complejo, especialmente al inicio, fue dar con la clave de la animación que se quería para el proyecto. Una vez le pillamos el hilo a lo que pedía Khris, salió todo poco a poco…»
Si pudierais comparar Soy una tumba con géneros narrativos y corrientes artísticas distintas, ¿dónde encajaría mejor?
Khris: No sabría cómo ubicarlo exactamente. No es completamente europeo o yanqui en su estilo, ni es anime tampoco. Para este cortometraje mi mayor referencia es la ficción de acción real, que es lo que suelo consumir. He de confesar que apenas veo animación, el cine de animación de alto consumo me suele aburrir porque detecto muchas fórmulas. Si tomas la historia en un blockbuster, verás que se repiten tipos de personajes, de planos, de encuadres… Es como una fórmula literaria predefinida.
«No siento la necesidad de tirar por ahí, así que con Soy una tumba he intentado tomar lo que aprendo con cine de autor más indie y dar valor a un cine desconocido por el público para enfocar una nueva historia sin fijarme en algo concreto. En Viaje a pies sí que tomé más referencias del estilo francés de animación y hasta del expresionismo alemán con sus siluetas. Sin embargo, con Soy una tumba he hecho lo que me ha salido en el momento. No tenía nada más que mis fotografías, mis recuerdos de Galicia y los vídeos que he ido grabando para documentar escenarios, ambientes y demás.»
«Es un drama y un viaje sensitivo, pero también un thriller. Me apasiona el suspense y el cine negro, pero también me gusta el intimista, y he intentado mezclar ambos aquí.»
Mari Carmen: Por mi parte, si tuviera que encajarlo en un género sería un thriller animado y ubicado en los años 80, de ahí el ambiente retro en el apartado de la animación. También es cierto que todas las localizaciones en el corto están basadas en un pueblo real de Galicia, así que todo tiene ese ambiente de pueblo gallego con esencia única. Como animadora, cuando todo viene bien indicado con sus referentes, el trabajo se ve muy facilitado. Por ejemplo, La tortuga roja arroja una referencia clara y principal con su animación contenida, poética y naturalista.
¿Cómo fue el proceso de trabajo y la trayectoria de Soy una tumba, desde su elaboración hasta la antesala de los premios Goya?
Mari Carmen: Como parte del departamento de animación, empecé en noviembre de 2017 y terminé a finales de agosto del 2018. Nueve meses. Empecé con la animación, luego pasé por la limpieza y el detalle de todos los personajes, complementando con animaciones secundarias y finalmente pasé a colorear. Estuve coloreando mientras Khris también animaba. En el tráiler, puedes ver que hay dos partes bien diferenciadas: una que usa colores y más realismo, y otra en blanco y negro.
«Dentro del mismo corto hay un viaje emocional que realiza el protagonista, y la dualidad representada se encuentra entre estas partes indicadas. Yo ayudé a colorear parte de los planos a color que resultan más “realistas” y también intervine en la iluminación, animando la propia luz del corto. A finales de agosto del 2018 se terminó con la postproducción, y se pudo estrenar en la siguiente edición del festival 3D Wire de Segovia, que fue donde había empezado todo…»
Khris: Con el primer esbozo de guion y algo de storyboard y animática, presenté Soy una tumba al concurso de pitch en el 3D Wire antes de iniciarlo, y ganó un premio con Movistar+ que me permitió obtener más financiación. A medida que fui haciendo el proyecto, estuve un año y medio por mi cuenta hasta cerrar la financiación, a partir de lo cual pudimos ir contratando gente. Mari Carmen, en concreto, es la animadora principal que más ha trabajado conmigo para sacar este proyecto adelante.
«Tras eso lo hemos estrenado hace muy poco, en octubre en el mismo 3D Wire, que es uno de los festivales más potentes de animación en España, con muchas ediciones por detrás. Ganó el Premio del Público y el del Jurado, poniéndolos de acuerdo. Nunca había pasado, así que para nosotros fue una emoción muy grande al ser el primer festival al que íbamos. A partir de ahí, lo presentamos directamente a los Goya.»
«La campaña ha sido muy intensa. Para tener la candidatura se debe pasar por un filtro de 1.400 académicos, entre los que me incluyo. Los cortometrajes apenas tienen presupuesto para una campaña de promoción que resulta necesaria, así que debemos tirar de amigos, redes sociales, material para hacer ruido… Ha sido duro, al intentar estar en boca de los académicos para que nos conozcan y el corto pueda tener una oportunidad. Me da pena decir que los de animación vamos normalmente los últimos, así que cuanto más recorrido y más se vea un cortometraje, mejor.»
«En 2015, con Viaje a pies, nos quedamos a punto de ser nominados y se me quedó mal sabor de boca. Fue el único corto español en el mundo en ser estrenado en el festival de Annecy, el más importante para la animación, y ni siquiera nos nominaron a los Goya. Fue extraño. Ahora considero que tenemos un mejor cortometraje que el anterior, una historia más madura. Ahora podemos sacarnos la espina clavada. Soy una tumba se estrenará en Clermont–Ferrand y además nos han nominado para los premios Quirino, así que no podemos estar más felices.»
«Hacer animación es cada vez más difícil, por lo que tener reconocimiento dentro y fuera de España siempre resulta de agradecer.»
¿Cómo veis, como profesionales, la situación del sector del cine, el cortometraje y la animación en España y en Europa? ¿Consideráis que la tendencia es positiva, o negativa?
Mari Carmen: Creo que siempre tiene altibajos y que estamos en un punto intermedio: por una parte hay mucho material, ideas y proyectos. Por el otro existe un problema que impide que muchos se lleguen a realizar y es la falta de apoyo y financiación. No se invierte lo suficiente en animación, y esta termina migrando a otros países para coproducir o conseguir dinero. Sin financiación no hay proyectos, sin proyectos no hay trabajo y sin trabajo, como en todos los sectores, la gente se va a otro lugar.
«El mundo del cortometraje es complicado. Una vez empiezas, eres más consciente de lo que hay, lo que se va desarrollando y lo que viene. Muchas veces parece que saldrán algunos proyectos, hasta que falla la financiación y no se realizan. Sí: hay ganas, ideas, estudios y profesionales, pero al final muchos no pasan al no haber suficiente financiación. Creo que la tendencia de esta industria es negativa, igual es una opinión personal pero considero que no se valora el esfuerzo que implica un trabajo de animación, sea en 2D, 3D, stop-motion…
«Da igual la técnica, el problema es que poca gente es consciente del costo o el trabajo que implica. La mentalidad reflejada en el comentario de ‘eres dibujante, haz un dibujito’, que no tiene en cuenta de que algunos vivimos de ello, necesitamos cobrar por nuestro trabajo para vivir.»
«Te encuentras con esa idea de que quienes dibujamos siempre lo haremos por amor al arte, para promocionarnos y darnos a conocer, cuando no es solamente por eso. Hay muy poca idea de lo costoso que es sacar adelante un proyecto con la idea, el desarrollo, el equipo y el envío a festivales. Los profesionales estamos cambiando pero, si no cambia el apoyo, la financiación o la educación esto no avanzará. Y este es el mismo problema para todas las ramas artísticas: se tiende a pensar que el arte, asociado con el entretenimiento, solo se hace por pasión. Y lo es, pero también es trabajo que debe reconocerse.»
Khris: No sabría si decir que la situación está peor en España, pero sí creo que está igual que siempre. Hace falta mucha ayuda y no hay ninguna salida comercial para el cortometraje, nadie me paga y la gente lo ve en festivales sin que yo reciba nada a cambio. Salvo que gane premios. Hay un problema con la sociedad: solo puede ver este tipo de cortometrajes por plataformas de pago como Filmin o en Movistar+, que es donde está el nuestro, y el público de a pie no las usa para ver cortos. Así que el problema de base es desconocimiento.»
«Nos hace falta más apoyo en la televisión y tenemos que meter el corto en colegios, institutos y universidades, para que se introduzca en la propia educación. Para la financiación sigue siendo más complejo porque cada vez hay menos ayudas y un gobierno más inestable. Las ayudas del ICAA de este año han salido en diciembre, con un retraso de meses desde que se presentaron proyectos en abril. Hay mucha gente esperando por una resolución de ayudas de las que dependen, así que si te retrasas tanto es imposible mantener una industria.»
«Una y otra vez, y te enfrentas al juicio de unas ayudas que no están aseguradas. Ahora estamos intentando levantar el nuevo largometraje de Alberto Vázquez, que ya está en desarrollo, y siempre decimos lo mismo: no paramos de ganar premios y reconocimiento, pero luego para financiar es lo mismo de siempre. Hacer un proyecto de animación en este país te lleva cinco o seis años
«A muchos medios se les calienta la boca hablando de ‘la industria de la animación en España’. ¿Pero de qué industria hablan? Si yo, siendo académico, veo todas las películas al año y de cada cien o ciento veinte solo hay dos o tres de animación. Eso no es industria.»
«No hay una industria de la animación, eso es una mentira. En muchas ocasiones se gana reconocimiento a nivel europeo y mundial, como con Psiconautas, pero cuando vas a solicitar ayudas… No hay nada. Nada ha cambiado. No pido tanto para un cortometraje, estamos haciendo las cosas mejor y tenemos los mismos presupuestos de siempre, así que de momento, no veo reflejado nada nuevo como artista y creador.»
Si pudierais hablar con estudiantes y aspirantes de esta profesión, ¿qué les diríais?
Mari Carmen: Id a por todas y no os rindáis. A veces es difícil, porque te desanimas con la industria y se caen proyectos, pero hay trabajo, hay actitud. Y lo más importante es que, si a ti te gusta lo que haces, vas a poder hacerlo. Si consideras que es lo que sabes hacer, que es para lo que vales y es tu pasión, haz lo que puedas, llama a todas las puertas posibles. Al final te abren, entras y, una vez dentro, es difícil que te saquen.
«Por ejemplo, al respecto del Goya, me hace muchísima ilusión pero sigo creyendo que es mucho más necesario creer en el producto e invertir más. No creo que lo más importante sea recibir un premio: el hecho de tener reconocimiento, conseguir la nominación y darse a conocer ya es un premio en sí, más que el galardón. Y si terminamos ganando, encima es algo que quedará ahí para siempre y será estupendo.»
Khris: Les diría que fueran lo más autodidactas que puedan: ver, aprender, beber de todo aquello que se pueda, trabajar y estudiar por cuenta propia… Y, sobretodo, hacer muchas cosas para aprender. Cuando quieres hacer un corto debes sacrificar muchas cosas. Si fuera solo por dinero, no podría hacer mis historias.
«Al final hay que hacer algo y pensar más allá del dinero. Pregúntate, si haces cine, ¿por qué lo haces? ¿Te lo pide el cuerpo o porque está de moda?»
«No puedes hacer cine o estudiar Comunicación Audiovisual y similares solo porque te parezca guay o esté de moda: necesitas pasión, aunque no tengas dinero, y necesitas hacer que tu proyecto guste. Hay que estudiar, no necesariamente en una escuela, y trabajar mucho. Nadie te va a llamar porque sí, hay que buscar la oportunidad a través de trabajo y sacrificio. Debes de ser el primero que vaya a hablar con productoras y festivales, y depende completamente de ti el lograr que alguien se enamore de tu trabajo.»
«Hazlo, no lo pienses. Cueste lo que cueste, lo pases lo mal que lo pases, luego viene una gran satisfacción.»
¿Nos recomendáis algunas películas, series u otras obras que os gusten?
Mari Carmen: Es complicado pensar unas pocas. Sería fácil remitirme solo a lo comercial, pero quiero rebuscar un poco. Una de las películas más recientes que he visto, y que me parece una maravilla es Isla de perros. Otra que tiene mucho más tiempo es la francesa Les triplettes de Belleville (Bienvenidos a Belleville). No puede faltar Studio Ghibli, de las cuales destaco ejemplos como El viaje de Chihiro y La princesa Mononoke, así como La tortuga roja, que es una colaboración de Michael Dudok de Wit con Ghibli.»
«Lo que más me ha flipado, de toda la vida, son los cortos de animación que hacía la Warner con la UPA, y todas las películas de los años ochenta como Los gatos no bailan o The Secret of Nimh.
«Es lo que ha definido parte de mi carrera porque crecí con ello y marcó mi infancia: Looney Tunes, todo lo de Hanna–Barbera… Quizás es porque es lo que más se programaba en la televisión, pero me empapé de ello y me llegó mucho más que Disney. Para terminar, recomiendo mucho las producciones de Cartoon Saloon como La canción del mar o El secreto del libro de Kells. Y si debo nombrar una serie: Hora de aventuras.»
Khris: No consumo demasiada animación, pero la que más me gustó de las últimas que vi fue La tortuga roja. Dudok de Wit me parece fascinante, es pura maestría, y su obra es sincera e impecable Mis referentes son más de cine de ficción en acción real, y de las últimas que vi en este sentido fue Cold War. Me pareció increíble, y eso que yo no soy mucho de cine romántico, pero cuando una buena película tiene tanto corazón… A nivel estilístico y cinematográfico me recordó a Tarkovsky: cada plano es un discurso en sí mismo, un poema.»
«Otro autor que me apasiona es Michael Haneke, su obra me parece brillante. Estoy muy influenciado por el cine de Scorcese, Lynch y Los Coen por parte del cine más yanqui, y por parte del cine de Europa diría Lars Von Trier y Léo Carax, que me parecen sumamente interesantes. Autores con mirada propia. De cine clásico, el gran maestro Hitchcock.»
«Otra película reciente, que me parece un peliculón, es El reino. Como académico la he votado para los Goya, porque me parece increíble y me encanta que se haga este tipo de cine. Los cortometrajes de Matria y Madre son estupendos también. Me encantó también La enfermedad del domingo que, junto con El reino, me parece de lo mejor del año pasado. Petra también me pareció fantástica, y eso que no está nominada a nada, así como Quién te cantará. Tiene toques de Ingmar Bergman, que es otro de mis directores referentes.»
Ambientado en un humilde pueblo costero en la época del contrabando en Galicia, “Soy una tumba” es el grito de un niño aterrado al presenciar un crimen. El miedo le arrastra por su imaginación hacia una vieja barca que le hará atravesar la barrera que le separa del mundo adulto.
La gala de los premios Goya tendrá lugar el próximo 2 de febrero a las 22:00, en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla (FIBES).