El 3 de mayo Netflix estrenó la serie Muertos para mi (Dead to Me) entre las muchas otras que estrena cada año. Dada la gran cantidad de contenido que genera la plataforma, la mayoría pasan sin hacer mucho ruido, pero esto no debería pasar con esta serie.
Dirigida por Liz Feldman, la serie nos cuenta la historia de Jen, una mujer que busca a la persona que atropelló y mató a su marido. En un intento por controlar su ira, va a conocer a Judy, otra mujer que le ayudará en todo este proceso.
Lo que hace diferente a Muertos para mi del resto de series de Netflix que tratan el mismo tema es el feminismo. La directora muestra en todo momento a dos mujeres fuertes y empoderadas, que no buscan un héroe que las salve. Critica abiertamente al patriarcado e incluso muestra las pequeñas actitudes machistas que muchas veces se ven en las series y pasan desapercibidas (como que en una infidelidad hay que culpar a la amante y no a quien pone los cuernos). Además, lanza bien alto y bien claro mensajes como que no es no.
Sin embargo, la serie tiene algunos puntos en los que flojea y cosas que mejorar. Sobre todo de cara a una posible segunda temporada, que Netflix aún no ha confirmado. La serie intenta sorprender en todo momento. Prácticamente en cada capítulo intentan dar un giro a la trama. Esto hace que cuando llegas al final de la temporada tengas la sensación de que has acabado otro capítulo más, pero no la serie. Además, en algunas partes puede parecer que los misterios se resuelven demasiado rápido mientras que en otras da la sensación de que a la trama le cuesta avanzar.
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A pesar de ello, Muertos para mi debería estar presente en todas las listas de series que ver. Netflix ha acertado con esta serie por su originalidad, por la potencia de sus personajes principales, por la forma de abordar el luto, por los golpes de humor y por las lecciones feministas y de vida que Liz Feldman ha sido capaz de unir en tan solo 10 capítulos.
No he visto la, serie, pero creo que a veces, muchas cosas del feminismo actual no me parecen muy acertadas. Antes eran los hombres los que nos decían lo que teníamos que hacer. Ahora son otras mujeres que se creen más listas que las, demás porque se dedican a la política, al cine, o solo porque son ricas y famosas A ver si se enteran de que las que no formamos parte de esa élite privilegiada no somos tontas, pero si conscientes de nuestros derechos y de nuestra dignidad como personas. La igualdad no consiste en la demonizacion constante y generalizada del hombre, y mucho menos de imitar sus comportamientos negativos. Al final, parece que se quiere imponer una especie de Matriarcado que sería lo mismo que el Patriarcado que tanto censuran, pero al revés. Y en el fondo lo mismo: perseguir el poder que los corrompio a ellos y que también las corromper, a pesar de su pretendida superioridad moral e intelectual.