Desde la cama construir una mejor sociedad es posible, ¿te apuntas?

En primer lugar debemos tener claro que la pornografía no es un reflejo de la realidad, es todo pura ficción pero, para llegar a este punto hay que ponerse un poco en contexto. El porno homosexual y el heterosexual son pura fantasía. Partiendo de este punto, podemos sacar diversas conclusiones que, en estos últimos meses, están siendo de gran interés social.

La escasa falta de charlas sobre educación sexual es uno de los principales problemas a los que se ha enfrentado y se enfrenta la sociedad de hoy en día. Puede que el sexo heterosexual tenga un mayor recorrido en las aulas (aunque siga siendo escaso) pero, en el caso del homosexual, ha sufrido una mayor censura en lo que respecta a cine, literatura o educación. ¿Esto a qué nos ha llevado? A que, independientemente de la orientación sexual que tengamos haya sido la pornografía la que ha ejercido el papel de instructora.

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Además, hay otro problema fundamental, como en todo en esta vida las personas aprenden de situaciones que ya han pasado o de acciones vivids «copiándolas» de alguna manera, lo mismo paso con el porno. El porno homosexual copia del hetero y esto no puede ser más erróneo.

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Por lo principal, el porno entre un hombre y una mujer adopta roles en los que el machismo está más que presente: la sumisión de la mujer ante el hombre, los insultos repetidos del hombre hacía la mujer, el control total del género masculino ante el femenino e incluso la censura del orgasmo femenino, entre otros muchos aspectos. Sí, el porno hetero en su mayoría, está hecho por y para hombres. ¿Qué pasa? El porno gay ha copiado estas conductas machistas creando también un tipo de perfil entre el pasivo y el activo que no tienen porqué ser así. Generalmente las conductas que tiene el hombre en el porno heterosexual son las que «debería» imitar el que asume el rol activo en una relación gay, mientras que el rol pasivo sería el objeto social haciendo como una comparación con la mujer.

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A todo esto, el perfil físico también es otro de los aspectos que está muy estigmatizado. En el porno gay, el que ejerce el rol de activo siempre se ha entendido como la persona que más «voluminosidad» presenta, más fuerza tiene o incluso más altura, mientras que el pasivo se muestra como alguien débil y sin una gran forma física. Con este tipo de estereotipos debemos acabar ya, no por parecerse más a los carteles de los chicos de Chueca vas a ser mejor o peor que nadie, eres maravilloso seas como seas, hay que saber sacarte tu mejor partido y tener las ideas claras en todos los terrenos, incluido evidentemente el sexual.

En el terreno lésbico hemos de decir que hay una mayor empatía por parte de las mujeres. Entre ellas se respetan y hablan más de los que les gusta y lo que no lo que conlleva a qué el sexo se disfrute más. El principal falso mito en la sexualidad femenina es que la relación sexual entre dos mujeres es incompleta por no producirse el coito (sin tener en cuenta los accesorios con los que sí puede darse la penetración). La conclusión de los investigadores parte desde aquí:

«El hecho de que las mujeres homosexuales lleguen al orgasmo con más frecuencia que las mujeres heterosexuales indica que muchas mujeres podrían (potencialmente) experimentar mayores tasas de orgasmos».

Sin embargo, el porno lésbico en su mayoría no se hace pensando en mujeres lebianas, sino en hombres heterosexuales, por lo que las escenas presentadas muchas veces no son nada fidedignas.

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También, el porno nos enseña la parte bonita y «limpia» del acto sexual sin profundizar en el día a día del cuerpo humano y todo lo que lo envuelve. La regla o las manchas son temas tabúes en las escenas pornográficas. Al no mostrarlas, nuestro instinto también parece eximirlas y se entienden como que no se puede tener sexo si se tiene la regla, y queridxs lectorxs, esto no es así. En el sexo gay pasa lo mismo, el esfínter es una parte del cuerpo por la que pasan también los excrementos y, obviamente, las personas pueden manchar en pleno acto sexual. Por esto es súper importante ser conscientes de los entresijos que nos esconde el porno, pero que son parte de la vida real: conocer cómo hacer las lavativas, si está bien o no hacerlas de forma regular, si afecta a la flora intestinal, etc.

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Todo tipo de porno (indiferentemente de la orientación sexual) nos ha inculcado desde siempre tener que llegar a la penetración para definir cómo tal el acto sexual y es otro error que muchos no se han cuestionado. Los preliminares y los juegos también forman parte del acto (e incluso más placenteros y que llegan a un mejor orgasmo según ciertos estudios), he aquí la prueba con el sexo lésbico.

Ama, besa, enamórate, enróllate, folla con quien te dé la gana pero toma consciencia. Desde la cama construir una mejor sociedad es posible, ¿te apuntas?