La infravaloración de la moda patria es una realidad cada vez más cruda: los grandes talentos se ven obligados a huir en búsqueda de una prolífica carrera que aquí nunca florecerá. Aun así, una diminuta fracción de estas personalidades, quizá arrastrada por la ilusión quizá por la nostalgia, se congrega cada temporada en la Semana de la Moda madrileña para demostrarle al mundo su capacidad y savoir faire. Claro está que cada uno lo hace a su manera pero, en un mundo en que la diversidad es el elixir vital, este fenómeno supone la celebración de nuestro pluralismo histórico y la avenencia de tradición e innovación.
«Una recopilación de su identidad para loar líneas rectas y duraderas, alentadoras contra la crisis climática.»
La encargada de inaugurar la MBFWM Otoño 2020 fue Pilar Dalbat, quien festejaba el vigésimo aniversario de la marca homónima. Por ello, la colección constituye una sólida memoria de los diseños de la firma que por una razón u otra han quedado en el recuerdo. Así pues, no son de extrañar los cortes rectos y siluetas definidas que revelan la base arquitectónica y metódica de Pilar Dalbat. También se suman a la fiesta otras tendencias ya vigentes como las mangas abullonadas, las figuras oversize, las rallas, el neopreno o los jerséis ceñidos a modo de corsé.
Dos horas más tarde, el diseñador de origen jinense Moisés Nieto -quien también cumple diez años en el mercado- exponía su colección en la Facultad de Bellas Artes de la UCM. Su propuesta hizo hincapié no tanto en la innovación como en la durabilidad de las prendas. En efecto, Moisés afirmó no sentirse cómodo innovando por la saturación de la industria y reconoció la necesidad de crear un armario duradero en el tiempo; esperanzadoramente uniéndose a la causa de la moda lenta. La impresionante paleta de tonos marrones, violetas y verdes conjugó excelentemente con vestidos asimétricos y abrigos de corte impecable que ocupaban un primer plano.
«Resaltaba un denominador común de toda cultura: la humanidad»
Mucho más dispares han sido los desfiles de la víspera cuyos diseñadores parecían vivir en mundos opuestos. La firma Teté by Odette ha debutado en la pasarela madrileña con ‘Ethnics’, una colección que aplaudía la riqueza cultural mundial. Odette Álvarez ha optado por materializar dicha diversidad con una gama extensísima de prendas y colores que abarcaba desde abrigos amarillo marygold hasta pantalones rosa metalizado. Pero había un realismo aún más metafórico. El uso no discriminatorio de las plumas, el cuero, las lentejuelas y la pedrería que resaltaba un denominador común de toda cultura: la humanidad.
De intenciones todavía más claras y marcadas si cabe ha sido la propuesta de Maison Mesa, llamada ‘Rediseñando el mundo’. Sin duda, los límites no han tenido cabida en esta colección de fuerte inspiración Bauhaus. El primer paso hacia el divorcio con los convencionalismos se encontraba en el formato del desfile. En lugar de una eterna fila de maniquíes clonados, la alternancia de bailarines y modelos amenizaba la velada. En cuanto a las prendas, los asistentes han presenciado una clara evolución de la sobriedad a la insensatez. Mientras que los primeros looks eran una heteróclita interpretación del traje chaqueta satinado; los últimos rezumaban descaro e irracionalidad por el juego de formas y geometrías.
«Las fórmulas de la nueva masculinidad, completamente opuesta al streetwear.»
El último desfile de la jornada podría bautizarse como el cénit de la sastrería. De la mano de Jaime Álvarez, detractor del streetwear y adalid de la costura, la pasarela se ha inundado de grandes alternativas a las sudaderas y las zapatillas. La nueva masculinidad que propone el diseñador acaudala siluetas depuradas, pantalones de talle alto y chaquetas que «abrazan el cuerpo». La segunda parte de la colección, igual de contenida pero mucho más gamberra, ofrece la bata como la nueva gabardina y sustituye el casimir por tul o seda -tradicionalmente femeninos. La paleta cromática (entre blancos, celestes, lavandas y rosas corales) también viene a confirmar lo que ya sospechábamos; además de inspirarse en el fin de siècle Français, perfectamente podría tratarse de un desfile de la Semana de la Alta Costura.