‘La favorita’, anacronismos de la absurdidad aristócrata

¿Quién tiene maldad, realmente, sino aquella persona que está demasiado quebrada para intentar reconstruirse? El punto fuerte de La favorita recae en la poca contemplación con la que hace trizas la brújula moral de sus personajes y en cómo destruye los prejuicios de los géneros fílmicos en los que discurre. Podría haber sido una simple traslación de la historia de Ana de Gran Bretaña pero estamos ante Yorgos Lanthimos. La perspectiva inevitablemente se amplía, como la óptica de la cámara con la que adquiere vida su última obra.

La complejidad psicológica y los matices adquieren más importancia que nunca en una historia en la que la extrañeza es impredecible. Su tríada principal de personajes evidencia lo anterior: el capricho de Ana Estuardo (Olivia Colman, actriz que merece todos los galardones) es una máscara hilarantemente trágica. Asimismo, la estoicidad de Lady Sarah Marlborough (Rachel Weisz) y el instinto de Abigail Hill (Emma Stone) son mecanismos para sobrevivir a la inclemencia de una Corte excesiva y un momento histórico tumultuoso. Resultan personajes agridulces, pero no completamente pérfidos. Mujeres quebradas, pero no rotas.

No es posible encasillar a los personajes por lo anterior, y esto es algo que se lleva a la propia naturaleza de la película. Relato de época hasta que un baile anacrónico desbarata todas las preconcepciones. Drama histórico interrumpido por las primeras carcajadas. Historia de nobleza y elegancia mientras se obvie la bajeza de la supuesta clase alta. Lanthimos vuelve a presentarnos un ser humano en todo su dramatismo y absurdidad, destacando las fallas que nos obsesionan en el mismo estrato que las virtudes que nos redimen. Una brutal duplicidad en la que la Corte se vuelve un teatrillo y las personas se tornan en intérpretes obligadas a improvisar lo mejor que pueden. Una cruel metáfora sobre la propia existencia.

Conclusión: Interpretaciones magnéticas, buen pulso narrativo y suntuosidad en vestuario, escenografía y cinematografía conforman el envoltorio de un juego de poder atemporal y despiadado.

Nota: 8/10

Javi Marrero

Redactor de Cine y Series

Soy friki desde antes de que se pusiera de moda.