La sala But se prepara para Los Chivatos, un estallido de punk y descaro

Sound Isidro nunca decepciona, y este viernes 10 de mayo menos. La sala But se prepara para el concierto más esperado del mes: Los Chivatos + Axalotes Mexicanos, un estallido de punk y descaro. Hemos tenido el gusto de entrevistar a esta primera banda y entender por qué dejaron de ser Los Chivatos de Ana Frank, las ventajas de ser amistad antes que grupo y su tanto atípico como nostálgico mundo interior.

Los Chivatos. Cortesía del sello Buenos Amigos

Los Chivatos nacieron en la facultad de Bellas Artes de Bilbao. En 2019 lanzaron su primer trabajo de estudio “Stay Ñunk”, grabado en Gaua Recording Studio y producido por Guille Peña. Tras este, le siguieron tres singles (“Bilis”, “Funk” y “Schumacher”), un disco ya casi mítico: “Perros con cara de humano”, y ahora, tras hermanarse con Buenos Amigos, han publicado “Fibra de carbono”, grabado y producido por Borja Pérez (Cal Pau), del que ya se puede hacer el preorder en formato vinilo.

Empezamos fuerte: una frase que describa a Los Chivatos

Es para siempre… ah no que eso es de Agorazein (risas) pues, lo fundamental es pasárselo bien.

¿Cómo surge el grupo?

A Marto se le ocurrió el nombre Los Chivatos de Ana Frank y lo comentó, dijo “buah, vamos a hacer un grupo que se llame así” y pues de p*ta madre. Como sabíamos que los de nuestra clase tocaban tiramos palante.

El nombre Los chivatos de Ana Frank jugaba a la libre interpretación, ¿por qué habéis dejado atrás a la protagonista?

Podía ser los que se chivaron de ella, a ella, la droga. La respuesta es

d) todas son correctos.

Lo hemos cambiado por no cerrarnos puertas, el pensar “joder, y si nos quedamos fuera por esto…” porque eso nunca lo vas a saber, dónde te quedas fuera por tener un nombre como ese.

El pensar “joder, y si nos quedamos fuera por esto…” porque eso nunca lo vas a saber, dónde te quedas fuera por tener un nombre como ese.

A mí me da mucha pereza que la gente me pegue una charla moralista sobre qué opinan de mi grupo cuando hacemos máquinas tragaperras, ¿sabes? – dice Josue – En mi curro nos dedicamos a diseñarlas, me refiero, es el mal. Si te parece tan poco ético mi nombre no te pongas a hacer máquinas tragaperras hermano.

Suele pasar en ambientes más conservadores que la gente te da más la chapa y es como, perdona ¿cuántas ballenas has salvado?

Marto y Pis durante la entrevista en la Sala Sol. © Paula Latiegui

El grupo empezó en 2015 pero vuestros primeros temas se subieron a youtube en 2017

Sí, hasta que no grabamos el primer disco Stay Ñunk, que inauguró nuestro Spotify en 2019, tocábamos los mismos temas, estaban trilladísimos.

Sin embargo, este último disco ya no podría denominarse de estilo ñunk, ¿no?

¡Qué va! Ya no somos ñunk, ahora queríamos hacer pop, digamos ñop,  sonaba a poppero, nos gustaba. Tampoco es que haya sido premeditado, simplemente nos apetecía algo más alegre y positivo y es lo que salió en los ensayos.

Mientras que el segundo disco es más oscuro, este es más animado. Lo que no significa que el cuarto vaya a seguir ese camino, yo por ejemplo llevo toda la entrevista llorando – comenta Pis – (risas).

Siguiendo con vuestros últimos temas nos hemos dado cuenta de lo recurrente que son tanto los juegos como la comida en ellos ¿diríais que son vuestra fuente de inspiración?

¿En serio? Es que, que levante la mano al que no le guste Pokémon… En realidad a la hora de componer son dos mundos lo instrumental y la letra. Por lo general, primero hacemos nosotros la música y a raíz de ella Marto escribe, que es su movida, sus referencias, sus gustos… E instrumentalmente el resto componemos según lo que acostumbramos a escuchar. Muchas veces estamos tocando pasándolo bien y Marto está: tú parad ya no sé qué, pero de repente se inspira y empieza a cantar.

Y de Bilbao a Madrid qué cambia

Seguramente todo –dice Marto– y el resto se ríe diciendo pero si llevas un mes aquí. La forma de hacer nuestras canciones  ha cambiado totalmente, ya no es ir periódicamente al local y a ver qué sale, ahora funcionamos más cada uno a su rollo y cuando quedamos lo ponemos en común. Tenemos buena uña de ensayo por WhatsApp.

La canción Pomeranian, que nos ha hecho especialmente gracia ¿Viene de vuestro anterior disco Perros con cara de Humano o simplemente os gustan mucho los perros?

Estábamos ensayando y empezamos a tocar, justo antes uno había enseñado el video del perro, entonces se pensó a la vez la letra y la música. Nos encantan los perros, mañana vamos de viaje a Barcelona y la mitad de los alquileres son para ellos. Son chivatas ya.

Muchas veces estamos tocando pasándolo bien y Marto está: tú parad ya no sé qué, pero de repente se inspira y empieza a cantar.

Del disco todas vuestras canciones tienen video

Sí, es que al final curramos de eso, Mikel tiene una productora y entre amigos al final… El de Oro por ejemplo está en 16 mm, nos mola mucho. Al final hacemos todo de la banda, como venimos de Bellas Artes pues, Marto dibuja y escribe guay; Joaquín es todoterreno en cualquier ámbito; Pis tiene un imaginario loquísimo; Josue también –y es muy mono– (risas). Tratamos de buscarnos las castañas donde podemos.

Teniendo mañana un concierto, ¿qué sentís antes de darlo?

Algunos nos ponemos nerviosos, y todos estamos atentos. Es cierto que a veces fastidia no poder disfrutar igual los conciertos, porque tienes responsabilidad. Es como dar una fiesta en tu casa… Pero lo bueno es que somos colegas antes que banda, si uno la caga nos reímos y seguimos.

La adrenalina que genera el directo, ver a la gente ahí viviéndolo, es como correr en los encierros de San Fermín pero sin que te pueda matar un toro que te pille. Cuando tocamos los que estamos atrás, ver al grupo delante, lo que está pasando… nos flipa. Aunque haya 10 personas en el público ya es la hostia.

Pis en el concierto de noviembre en la sala Sol. © Paula Latiegui

Igual te hacen un John Lennon, Marto

Ojalá, sería leyenda.

 

Página oficial para el preorder del vinilo de Fibra de Carbono: https://loschivatos.bigcartel.com/

Paula Latiegui Muñoz

Periodismo y Cultura