El efecto Pigmalión se identifica con un concepto psicopedagógico llamado profecía autocumplida. Cuando alguien emite un deseo que influye sobre las acciones de otras personas, estas formulan una creencia sobre sus capacidades para cumplir con las expectativas depositadas en ellas. Los individuos de los que se espera una acción harán lo posible por ver cumplida las creencias que les afectan. Como respuesta, aparece una autorrealización programada. Este efecto es un testimonio del poder del deseo, la fuerza de las expectativas y es también el corazón que late en lo más profundo de ‘Wandavision’ (‘Bruja Escarlata y Visión’ en España).

En lo que respecta a Pigmalión, no será la primera ni la última vez que se mencione un mito para hablar del primer capítulo de la Fase Cuatro del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM). De hecho, ya existen artículos maravillosos que ahondan en su narrativa heredada de siglos y siglos de reformulaciones míticas. Dicho esto, el componente referencial de ‘Wandavision’ no puede obviar la mitología interna de Marvel Studios y su estatus en la cultura pop cinematográfica. En este sentido, su primera serie canónica es un eco del deseo más ferviente para autorrealizarse como compañía e ir mucho más allá.

Con ‘Wandavision’, Marvel se ha impuesto las expectativas de innovar, apuntar más alto, refinar su fórmula, apostar por la extravagancia… Y reenganchar al público. ¿Lo lograrán?

La primera agenda de estrenos para la Fase Cuatro del UCM, antes de verse alterada

La faraónica Saga del Infinito tuvo su conclusión con ‘Vengadores: Endgame’, y una suerte de epílogo en ‘Spiderman: Lejos de casa’. Después de esto, la compañía de Kevin Feige entró en un hiato de producción (prolongado por la pandemia del coronavirus). Tras años de hype incesante y un bombardeo de estrenos, el estruendoso silencio permitió a mucha gente recrearse (para bien o para mal) con el mayor espectáculo de cine pop de las últimas décadas. Con las aguas en calma, una cuestión parecía prevalecer sobre todas las demás: cómo continuar con todo. Al fin y al cabo, el principal hilo conductor de la plétora de historias del UCM había tocado a su fin…; ¿verdad?

Con este precedente, el anuncio de la Fase Cuatro resultó tibio y discreto en comparación con lo visto anteriormente. La noticia de que las series de Disney+ serían capítulos fundamentales de la nueva saga fue bien recibida, pero no resultaba novedosa tras dejar series como ‘Daredevil’, ‘Jessica Jones’, ‘Agentes de S.H.I.E.L.D.’ o ‘Runaways’ en un limbo no canónico. Para colmo, ni la película de la Viuda Negra ni la serie de Falcon y el Soldado de Invierno representaban una declaración clara de intenciones. Más bien, parecían un paso atrás en lugar del pistoletazo de salida para la Fase Cuatro. Un retorno a la fórmula. El estilo habitual. La zona de comfort. Lo de siempre, vamos.

Frente a este escenario, la decisión de empezar con ‘Wandavision’ ha sido una apuesta más original que ha establecido una hoja de ruta atractiva y diferente.

Paul Bettany como Visión

Por fortuna (y por desgracia, con la pandemia), esta serie ha sido la que ha tomado la vanguardia creativa de la franquicia más rentable de la historia del cine. Lo ha hecho con una historia que manda a paseo la «fórmula Marvel» desde el principio, dando así un inesperado puñetazo en la mesa que ha terminado calando en el público. Así se desencadena el primer efecto de autorrealización prometida en la Fase Cuatro: atreverse a romper con muchos esquemas previos, sin llegar a pulverizar el molde íntegramente con su rareza como lo haría en su momento ‘Legión’.

‘Wandavision’ se presenta como un inusual híbrido de géneros, estilos y referencias desde el minuto uno. En el primer tercio de la serie prima una atmósfera de extrañeza, que se mueve entre la ligereza del humor clásico de sitcom y la presión claustrofóbica de un thriller psicológico. Con la emergencia de la trama principal que subyace a sus ejercicios de estilo, la serie se convierte en una historia de misterio, suspense y ciencia-ficción que sigue encabalgando referencias a legendarias comedias de situación estadounidenses. De hecho, se aprovecha el patrimonio narrativo de Marvel Studios para incluir metarreferencias que enriquecen la micro-narrativa de la serie y expanden la macro-narrativa del Universo Cinematográfico de Marvel.

La propia ‘Wandavision’ señala y da propósito narratológico a sus referencias más evidentes: ‘El show de Dick Van Dyke’, ‘La tribu de los Brady’, ‘Malcolm in the Middle’…

Elizabeth Olsen como Wanda Maximoff

Otras referencias no son tan evidentes, y nos llevan a pensar en obras como ‘El show de Truman’, ‘Matrix’, ‘Black Mirror’, la mencionada ‘Legión’ o la mismísima ‘Twin Peaks’. Pero, si profundizamos mucho más, nos encontraremos con revisiones de una colección de mitos: Orfeo y Eurídice, Izanagi e Izanami…; y sí, también Pigmalión y Galatea (del que emana la mencionada profecía autocumplida) con todo lo que conlleva. Esta fusión piramidal de narrativas es prueba de que ‘Wandavision’ es consciente de los lugares comunes a los que pertenece, mostrando respeto (e incluso reverencia) a un acervo cultural mucho mayor.

Sin embargo, existe una disonancia cognitiva generalizada sobre la serie de Jac Schaeffer, al contraponer su rareza pop inicial con la mencionada «fórmula Marvel». Sucede que el cambio radical de tono en los primeros episodios supone un shock que va desapareciendo conforme la serie recupera un estilo unívoco y reconocible. Esto se está confundiendo con un retorno al estándar, el temido retroceso a la zona de comfort en el lugar donde corresponde erigir un monumento a la ciclogénesis creativa. Una oportunidad perdida para hacer explotar la locura colorida de los cómics y barrer con todo lo demás.

No podemos apartar la vista de la premisa de ‘Wandavision’. La serie quiere impulsar un cambio estructural, cierto, pero también es una historia sobre el amor, el luto y el desamparo.

Wanda y Visión, protagonistas de su propia historia

Precisamente estamos ante una reinterpretación de cómics como ‘Desunidos’, ‘Dinastía de M’ y ‘La Visión’, que se adaptan al papel secundario que han tenido sus personajes en el UCM. Este punto de partida permite muchos malabares estilísticos, pero no olvidemos que el telón de fondo sigue siendo Marvel Studios. Hablar de un hipotético «paso atrás» es infravalorar el motivo de la transición narrativa dentro de ‘Wandavision’. El extrañamiento inicial se diluye porque una trama principal con más significado y profundidad termina sustituyéndolo. Es una historia que va más allá de sátiras de sitcom, ejercicios referenciales u homenajes comiqueros. Es un guion significativo. Uno de verdad.

El valor añadido final que tiene ‘Wandavision’ es su potencial de revisualización. Un primer visionado conforma un viaje rico, entretenido y muy satisfactorio, pero también invita a una segunda vuelta. Es aquí cuando puede apreciarse mejor el mimo con el que se ha tejido este clásico contemporáneo. La progresión del suspense. El encanto añejo de su cinematografía cambiante. La titánica labor de un departamento de arte, vestuario y maquillaje que se mueven por décadas de estilos distintos con finura y elegancia. El brutal talento de sus intérpretes principales (que interpretan ocho versiones distintas de sus personajes). Los múltiples detalles que orientan al universo mayor, de una forma natural y orgánica. Y un larguísimo etcétera.

Es entonces cuando la profecía se ve autocumplida: Marvel ha elevado el listón y nos ha llevado más allá de nuestra realidad y del pueblo de Westview, hacia una galaxia de posibilidades emocionantes en constante expansión. No la llaman la Casa de las Ideas por nada, al fin y al cabo.