A través de la plataforma Twitter conseguimos conocer los textos de Lorena Gómez Maldonado (@lorenagm7) y, gracias a la misma plataforma, pudimos entrevistarla.

Las redes sociales pueden provocarnos la subida y bajada de nuestra autoestima como si de una montaña rusa se tratase, pero hoy cumplen un factor crucial: el de informar.

«Me gusta el periodismo cultural como un arma de insurgencia»

Nos reunimos con Lorena, jefa de la Sección de Cultura del periódico digital El Español y redactora de una columna, bastante jugosa en este mismo medio. De camino, leímos en el metro la última entrevista que había realizado su equipo al artista Don Patricio, al que no dudaron en preguntar por temas como política, feminismo o Cataluña.

Nos encontramos con nuestra entrevistada en la sede del medio. Nos comentó la repercusión que ha traído el diálogo con el cantante por sacar en la entrevista temas tan controvertidos:

“Si quieren promociones del disco, que las paguen, pero las entrevistas se hacen con libertad.”

Pese a su juventud, el nivel cultural de Lorena es abrumador contando con referentes de la talla de Idea Vilariño, Cristina Perirrosi, Leila Guerriero, Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti o Pablo García Casado entre otros. Intuía, por su forma de escribir, que Lorena es directa, que no tiene pelos en la lengua y que siempre está dispuesta a coger “el toro por los cuernos”. Esa mañana conocimos su seguridad, frescura y simpatía; me alegró descubrir que estábamos en lo cierto.

 

¿Quién es Lorena G Maldonado?

Estudié derecho y periodismo. Mi vocación siempre fue la escritura, al periodismo llegué por encontrar un lugar donde poder escribir, a pesar de que fui absolutamente infeliz en la carrera de periodismo porque me parecía muy mediocre, los profesores no te dejaban crear nada. Me parece que, si había talento en una clase, le cortaban las alas. Salí muy desencantada. Luego hice prácticas en el Instituto Cervantes, en cuestión cultural, allí conocí a dos amigos escritores. Volvimos a hablar de la pasión por la escritura y no de “las putas 5Ws” y fue como decidí entrar al Máster de Periodismo pensando que esto podría salir bien en algún momento y así fue.

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¿Por qué el periodismo cultural?

Para mí el periodismo cultural es como un arma de doble filo porque todas mis pasiones estaban relacionadas con la cultura y ahora son mi obligación. Me estoy enfrentando a esto de una forma extraña. Ya no sé qué hacer en mi tiempo libre porque al final lo relaciono con trabajo.

Estoy obsesionada todo el día con sacar enfoques que sean más undergrounds, más callejeros, que no pertenezcan a la cultura del establishment. Al final, en España, siempre se ha hablado de los cinco “cipotudos” clásicos escritores de grandes sillones de la RAE y se ha hablado poco de la cultura popular subyacente que creo que tenemos mucho más dentro.

Me gusta el periodismo cultural como un arma de insurgencia, de llevar la contraria porque creo que hay mucho “chupapollismo”, mitomanía y “falocentrismo” en el periodismo cultural. Tenemos que hacer algo diferente, que sea crítico y no se case con nadie.

Lo que creo que hace la cultura es explicar el mundo en tiempo real. La cultura es meramente política, habla de nuestra identidad, hacía dónde vamos y qué somos. Por eso creo en un periodismo a la contra, molesto. La gente tiene unos egos muy frágiles, están acostumbrados a que el periodismo cultural sea promoción. Un jefe me dijo que cuando alguien comparte la entrevista que has hecho, es que algo está mal porque es lo que esperan. Nosotros tenemos que llegar a la base, las partes que no se quieren mostrar en las promociones. Los artistas se deben implicar políticamente. Yo no entiendo el arte de otra manera.

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¿Ser columnista se elige o te elige?

Yo siempre he querido ser columnista a pesar de que sonaba como una cosa muy rancia sobre todo por cómo se ha hecho profesionalmente. Estamos en un país machista y gerontofílico: parece que hasta que no cumples 50 años, no tienes nada que decir y parece que si no tienes un pene entre las piernas vas a hablar de cosas “de niñas”. A pesar de esto, yo he valorado mucho la buena escritura que también se ha llevado a cabo en el columnismo y siempre había querido. Afortunadamente ahora hay puertas que se están abriendo.

 

¿Cómo es el día a día de una columnista?

Yo soy jefa de la Sección de Cultura que está formada solo por 3 personas. Es verdad que siempre llego con la columna pegada y bajo a fumar, tomar café y escribir mientras me acuerdo de algo que haya pasado esa semana. Intento observar mucho a la gente para no hablar de lo que hablaría en la sección de cultura, si no llevarlo un poco más a mi opinión. Una cosa que pasa mucho en el columnismo es que uno no quiere caer en la pornografía emocional. Me pasan muchas cosas que no cuento, pero siempre estoy rodeándolas. Eso lo decía Vila-Matas: “Uno escribe siempre bordeando lo que ama”. Al final el reto es eso, cómo contarlo sin contarlo.

 

¿Es el feminismo el tema con el que más te identificas?

Tenemos que aprovechar el tirón de que el feminismo está dentro del debate social pero no me gusta la gente que lo utiliza monotemáticamente o hace de ello su late motiv. El feminismo tiene que ser incómodo y en el momento en el que se convierte en tu modo de vida o forma de enriquecimiento, “levanto la ceja”, como lo hice con Leticia Dolera.

Quiero que las mujeres que se expresan en diferentes especialidades artísticas puedan hablar de otras cosas. Yo quiero hablar de política, de libertad de expresión, de memoria histórica o de rap que también parece algo masculinizado. El feminismo está entre mis prioridades básicas como ciudadana, mujer y ser humano, pero quiero ser versátil.

Me asusta que el capitalismo esté devorando al feminismo porque cuando la ola mediática baje, ¿qué pasara con las mujeres que solo han hablado de eso?

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¿Te has censurado alguna vez por miedo?

Yo nunca me he autocensurado. He sabido que algo podía montar zafarrancho y lo he hecho igual. Me parece que no estamos en los tiempos de ETA, estamos perfectamente capacitadas para dar la cara y hablar de nuestra identidad. Mucha gente pierde su trabajo y se ve perjudicada seriamente por dar la cara. Quiero que todos hablemos en un debate en igualdad de condiciones. He tenido zafarranchos virales, pero nunca me he sentido intimidada por hacerlo. Me molesta mucho la gente que es intocable. Si no estás de acuerdo con mi enfoque ya está, pero parece que hay cosas que no se pueden decir. En nuestro trabajo también está señalar aquellas cosas que la gente no quiere ver.

 

¿Cuál es la base de un buen periodista?

Creo que lo más importante de un periodista es que no sea partidista. Tenemos que disparar a todas partes por igual a pesar de tener sus filias personales. Me da mucha vergüenza cuando le veo las patitas a un periodista y sé al partido que vota porque lo estoy notando en su escrito. Igual que decimos que no somos publicistas, tampoco somos jefes de prensa de ningún partido político.

También me dan vergüenza las fotos con políticos y el “servilismo” que a veces se da con los propios jefes o las jerarquías de un periódico. Todos somos independientes, tenemos derecho a debatir y a enfrentarnos por un enfoque, un titular… a veces la gente agacha la cabeza con mucha facilidad porque es lo fácil en un oficio precario.

No debemos olvidarnos de nuestra dignidad.

No tenemos que trabajar para ninguna cabecera. Trabajamos dentro, pero nuestra firma es lo único que tenemos, si tiramos eso por tierra, nos vamos al hoyo.

Aun así, hay medios radicalizados que funcionan porque mucha gente no quiere pensar, quieren su ideario masticado. Cedemos a las exigencias del mercado y el periodismo se está polarizando y volviendo panfletario.

 

¿Dónde te ves dentro de 10 años?

Espero no estar muy diferente a como estoy. Me gustaría seguir dirigiendo una sección de cultura y teniendo mi espacio de opinión. Cambiaría las herramientas de las que dispongo, me gustaría hacer una sección de cultura con más dinero. Es un lujo trabajar en una sección de cultura, pero me gustaría ir creciendo en recursos para hacerla lo más completa posible. Me gustaría que personas como Nega escribiese alguna columna relacionada con el rap o que Zahara escribiese sobre maternidad o conciliación.

Me gustaría tener la posibilidad de darle voz a gente buena y pagarle dignamente porque no voy a pagar de forma indigna. A veces da la sensación de que la cultura tiene que ser gratis pero los textos y las ideas se pagan.

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